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La Iglesia Católica contra la homofobia y contra la ideología de género
Muerden como lobos hambrientos. La presa nada menos que dos obispos, y muerden con la idea preconcebida de devorar a toda la Iglesia.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, sale en defensa de su Ley, como no puede ser de otra forma, aunque la única legitimidad que le da es que ha sido aprobada por todos los partidos políticos – no habla de los diputados de su partido que se ausentaron por coherencia ética- como si esto fuera sinónimo de virtud social. “la mayoría de los ciudadanos está a favor de la ley”, dice como si hubiera realizado un referendum tras un debate social sobre lo que significa realmente. Sra Cifuentes, la mayoría de los ciudadanos estamos contra la homofobia, que no necesariamente a favor de su ley. Esto es lo que dicen las encuestas. La ideología de género en la que se fundamenta la Ley Contra la LGTBfobia, es una ideología dictatorial, de pensamiento único, que limita la libertades, tanto de opinión como de pensamiento y de conciencia. Lo que no se puede es utilizar la homofobia como argumento para introducir una visión antropológica y cultural radicalmente nueva y que va contra la propia naturaleza del hombre. Lo que no se puede es utilizar el acoso escolar tan grave al que se han sometidos a alumnos y alumnas por razones de identidad sexual, para imponer un relativismo moral, apartar a los padres de la educación de sus hijos e imponer un adoctrinamiento desde el Estado como se desprende fácilmente de la lectura de la Ley.
Dice Paco Ramírez que el texto es “infame”, así como que las palabras de los obispos “vuelve a destilar odio y humillación” contra la lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Le aseguro, Sr Paco Ramírez que no veo ni odio, ni humillación. Sí que hay un posicionamiento doctrinal con el que usted, por supuesto, no está de acuerdo y lo comprendo. Incluso yo tampoco estoy de acuerdo en su totalidad. Créame que no se puede actuar con doble vara de medir: condescendencia y libertad de expresión para la irreverente manifestación del Orgullo Gay y al paredón con los obispos cuando se limitan a publicar para los católicos, solo para los católicos, lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
