Monseñor Javier Martínez en el centro de la foto

El lobby LGTBI denuncia falsamente al arzobispo de Granada

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El lobby LGTBI denuncia falsamente al arzobismpo de Granada, Sr.Javier Martínez

Joaquín Díaz Atienza

El lobby LGTB en Barcelona calificó al homosexual católico  Philippe Ariño de homófobo y de padecer un trastorno psicopatológico porque no acepta algunos aspectos del pensamiento eje de este lobby. En un acto de psicoanálisis casero, refieren que no es homófobo por lo que dice, sino por lo que piensa. Se trataría no de una homofobia manifiesta, sino interiorizada. De esto habría que decir que el lobby no solo quiere controlar nuestra libertad de expresión, sino también de conciencia y pensamiento. Hicieron todo lo posible por impedir la conferencia en la parroquia de Santa Anne de Barcelona, intentaron reventar el acto con su presencia, su voces y sus banderas. La Generalitat de Cataluña puso los correspondientes comisarios durante la conferencia con la finalidad de que tomaran nota de cualquier gesto o palabra que se pudiera utilizar para llevarlo a los tribunales, se tuvo que gravar en vídeo para que no se pudieran manipular sus palabras. Finalmente, no consiguieron nada porque Philippe se limitó a hablar de su experiencia y de su opción personal con la que se puede estar o no de acuerdo.

Me dan pena estas actitudes, porque sin darse cuenta, los que están generando una  auténtica homofobia son estos colectivos, los que finalmente van a generar odio son ellos con su intolerancia, con su fanatismo y su incontenida agresividad hacia todo aquel que no participa incondicionalmente de su visión antropológica.   

Por suerte, e independientemente de lo que pueda pensar la Iglesia Católica, la inmensa mayoría de la ciudadanía no tiene nada en contra de que cada uno viva su orientación sexual como bien le venga en gana.  Lo que terminará por no aceptar y, tarde o temprano, dará lugar a rechazo, es que se imponga una ideología contra natura – me refiero a la ideología de género –  que va más allá de lo que son los derechos y la no discriminación de las personas por su identidad o por su orientación sexual.

La ideología de género es una ideología política totalitaria que no se limita a defender los derechos humanos de las personas LGTBI. Es una ideología que clarísimamente está por la eliminación de los valores éticos tradicionales, está contra cualquier credo religioso, especialmente el católico, está por la destrucción de la familia tradicional y por organizar la sociedad desde un pansexualismo de consecuencias bastantes impredecibles. Y esto es lo que se pone en cuestión y se somete a la crítica de la razón en un ejercicio de reorientar la convivencia desde la libertad, la tolerancia y el respeto, algo que se intentan impedir desde el lobby LGTBI.

Las palabras del arzobispo del Granada fueron exactamente: “Y que un hombre se siente una mujer… A veces, nos cegamos tanto. Yo pienso ahora mismo en todas las implicaciones de la ideología de género, que, además, trata de imponerse como ley en la educación de los niños. Hay una patología detrás de eso. Hay una cortedad y una torpeza de la inteligencia.”. ¿Dónde está la cortedad y la torpeza de de la inteligencia?, ¿en el hecho de ser homosexual, lesbiana, transexual o bisexual, o en la ideología de género?. Para mí está claro que se refiere a la ideología de género, no a los homosexuales, ni lesbianas … Se refiere a la ideología de género y su enseñanza obligatoria en los centros escolares. Y en eso estoy con el arzobispo.

Creo que estamos ante la encrucijada de dejarnos manipular por ideologías claramente perversas, o defender la libertad de expresión en el respeto a la diversidad de identidades y orientaciones sexuales, sin imposiciones, sin amenazas, sin judicializaciones. La palabra es “sagrada” en una sociedad democrática y estos señores nos la quieren robar.

Yo le pediría a estos señores, que por cierto están financiados con nuestros impuestos, que se dedicaran a defenderse de cualquier manifestación de odio u homofóbica y que dejen a la Iglesia en paz con sus creencias, con su valores éticos y que los católicos sean los que decidan si los siguen o no. La iglesia no impone a nadie su visión antropológica ni moral, no denuncia a nadie, simplemente predica sus principios entre su seguidores. Ellos sí amenazan, odian, persiguen judicialmente y escrachan  a los que piensan de forma diferente.

Me siento incomodo escribiendo esto porque tengo amigos homosexuales y matrimonios homosexuales a los que quiero, respeto y aprecio. Pero, una cosa es la orientación e identidad sexual y otra muy diferente la ideología totalitaria de género. Espero que ellos, que me conocen, sepan distinguir la diferencia.

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