Los cuidadores 1 y 2 de los actuales cuidadores 1 y 2 de los peques de la imagen

Carta a mi abuelo sobre la situación actual de la familia y el plan para robarle su estatus

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La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía quiere transmutar nuestra identidad, romper nuestro vínculo familiar, robarnos la identidad filial

Querido abuelo:

Tengo  necesidad de comunicarte algunos cambios que se están produciendo en la familia, porque han devaluado tanto tus preocupaciones educativas por mí, que ahora me siento culpable de que te hayan retirado tu rol de abuelo, una palabra cargada de emociones, para dejarte como un simple cuidador, aunque las decisiones de tal ninguneo de tus preocupaciones y cariño, hayan sido tomadas por la Junta de Andalucía.

Ya no eres ese abuelo que me llevabas al campo montado en la burra y me enseñabas el cuidado de las plantas para que dieran sus frutos, el que a las cinco de la madrugada algunos sábado me llevaba al mercadillo  de Dúrcal y me enseñaba  las técnicas del regateo y la precaución que debía tener para que los más avispados no me dieran gato por libre, ya no eres ese abuelo por el que sentía un amor proporcional al que tú me dabas, con el que me sentía seguro porque me contabas maravillosas historias sobre tus peripecias de arriero por las Alpujarras .  ¡No!, tú no eres el abuelo al que vi morir en  mi casa rodeado de toda la familia. Ahora eres el cuidador de mi cuidadora. Has quedado a la misma altura, léxicamente, que la chica que cuidaba de mis hijos cuando eran pequeños. Ya no hay diferencia entre esa chica y mi esposa, porque ambas ha sido cuidadoras de mis hijos y de los que yo no soy su padre, sino su cuidador.

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Yo sé perfectamente, porque éramos una piña, que si pudieras te levantarías de la tumba y harías una sentada delante del Parlamento de Andalucía, reivindicando tu rol de ABUELO que va mucho más allá que el rol de cuidador. Tú eras una fuente de cariño, de amor, hubieras muerto por mí, y esto no lo hace un cuidador. ¡Cuántas noches pasaste en vela , preocupado por mi fiebre y mis convulsiones!. ¡Cuántas caricias, cuanto amor, abuelo! para que ahora tenga que decir que eres el cuidador de mi cuidadora. ¿Cómo incluir en la palabra CUIDADOR, el infinito cariño que me evoca la palabra ABUELO?. Es imposible.

Haré el esfuerzo de explicarte un invento de la ideología de género empeñada en la destrucción de la familia tradicional para incluir de forma artificiosa y contranatura un nuevo lenguaje que estoy convencido no cuajará por mucho que se empeñen algunos organismos internacionales y sus seguidores.  Porque el significante es importante para comprender su significado. El significante debe tener la fuerza suficiente para incluir las emociones del significado  y si no es así, no podrá permanecer en el corazón de hablante. Nadie podrá sustituir las palabra madre o padre, abuelo y abuela, porque no son solo significantes burocráticos, sino significados cargados de emociones que han configurado nuestra existencia, nuestro desarrollo emocional, nuestra identidad y filiación.

Pero ahora tenemos familias tradicionales, familias monoparentales, familias homoparentales, familias adoptivas y otras variantes que han surgido a través de los vientres de alquiler y las nuevas posibilidades que se derivan de las técnicas reproductivas. Y esto es un lío. ¿Estas nuevas circunstancias son suficientes para eliminar la palabra padre, madre, tutor o tutora, por la de cuidador?. Creo que no. Los hijos e hijas necesitan de una figura a la que llamar padre o madre, aunque no lo sea biológicamente. Cuando, por razones de trabajo, me enfrento a situaciones familiares como las que he descrito, me dirijo a ellos como padre/madre o hijo/a y queda claro de qué hablamos. A los que hacen la función de padre o madre les gusta, se les nota en la expresión de su cara cuando les hablo de su hijo o hija, al hijo se le nota su felicidad cuando les hablo de su padre o madre. Es una necesidad emocional  por parte de los hijos tener un referente léxico que incluya significados emocionales y vinculares más allá de la palabra cuidador o cuidadora. Esta aparente simpleza da seguridad en el apego y nos hace crecer con confianza y seguridad en nosotros mismos.

Por ello, abuelo, me temo que detrás de estas paridas administrativas, lo que se oculte realmente sean las ganas que tienen  los políticos por manipular a nuestros hijos e hijas a través de la educación. Los abuelos, los padres, sean biológicos o adoptivos, se les asignará el rol de cuidador y el Estado será el “educador/manipulador” de nuestros hijos. Nosotros asumimos el  “handling”[ref]Handling y holding son dos conceptos creados por Winnicott  y que hacen referencia a la calidad de los cuidados de los hijos por parte de los padres y sus repercusiones en el desarrollo emocional [/ref]- el cuidado- y el Estado el “holding”, el manipulador de conciencias, el manipulador de valores, aunque sin el afecto implícito en el mismo.

Abuelo, esta es la realidad y no podemos cambiarla. Vivimos en un mundo en dónde la libertad individual es un valor de primer orden que debemos respetar, incluso aunque uno no esté de acuerdo con todas y cada una de las situaciones que se derivan de esa libertad. Pero yo le pediría a los políticos que respeten aquello que no se puede cambiar, aunque tengamos que hacer menos rígidos  los  significantes  abuelo/a, padre/madre, hermano/hermana  para que puedan incluir otras situaciones, otras realidades FAMILIARES, sin perder el sentido de filiación y vincular que nos facilite la interiorización identitaria. Sin raíces, sin historia a la que acogernos, seremos zombis sociales.

Por todo ello, abuelo, tú seguirás siendo mi abuelo, el padre de mi madre, y yo seguiré siendo el padre de mis hijos, tus biznietos. ¡No te preocupes abuelo!, ya verás cómo nadie podrá quitarte tu estatus, ni a mí nadie podrá quitarme tu recuerdo de abuelo.

Un beso de tu nieto. Ya nos veremos y te terminaré de contar en qué ha quedado este nuevo galimatías postmoderno.

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