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Joaquín Díaz Atienza
Ayer se celebró el Día Internacional de la Infancia. Me parece muy apropiado que periódicamente mantengamos en vivo la imagen de millones de niños y niñas que sufren violaciones de todo tipo en sus derechos fundamentales. Aún, como sensibilización y toma de conciencia de un día, no está mal. Porque no crean que el motivo de esta celebración perdura mucho más en el recuerdo colectivo; incluso para otros pierde su sentido originario de toma de conciencia y sólo cuenta por su relevancia de oportunismo político y otros, en fin, se apuntan al carro para no quedar mal ante la opinión pública, es decir, hacer lo “políticamente correcto”.
Como psiquiatra infantil en esta España y en esta Comunidad Autónoma que llamamos Andalucía ¿qué debo celebrar?. Sencillamente, muy poco: Seguimos sin la especialidad en psiquiatría infantil lo que ha dado lugar a que nuestros niños/as no reciban la atención en Salud Mental de calidad que se merecen. ¡ A cuantas barbaridades estamos asistiendo!. Pero a lo que vamos, la ausencia de esta especialidad atenta contra los derechos fundamentales de la infancia con problemas de salud mental a recibir un tratamiento especializado, como el que recibe cualquier otro niño con cualquier otra patología.
Si bien lo anterior hace referencia a la cualificación de los profesionales, qué decir del derecho a recibir la misma atención sanitaria sin discriminación de ningún tipo (principio de justicia). Aquí. Igualmente, no nos encontramos en mejor situación: la asistencia a la Salud Mental Infantil y los Derechos de la Infancia y sus Familias viene sufriendo progresivamente un deterioro cada vez más evidente, deterioro que crece al mismo ritmo que el marketing sanitario que nos intenta convencer, a veces con éxito, de lo contrario. Deterioro y marketing que nace con la implantación y desarrollo de las Unidades de Gestión, un artificio economicista que, contrariamente a lo que se dice, incrementa el gasto y la burocracia.
Otro aspecto importante no respetado en cuanto a ética institucional y derechos de la infancia, se refiere a la asistencia de los niños y niñas en los dispositivos de Salud Mental para Adultos, con espacios comunes. ¿Sería exagerado afirmar que esta negligencia administrativa contribuye a la estigmatización de los menores?. ¿Cuándo vamos a tomarnos en serio la asistencia sanitaria en salud mental infantil y a dejarnos de parapetos doctrinales e ideológicos que caducaron hace tiempo?. Sólo será posible si la Salud Mental Infantil está en manos de los profesionales que pertenezcan a la Salud Mental Infantil y no en la de aquellos que ni la entienden ni les interesan y deciden desde despachos.