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Susan Gilbert
Traducción: Joaquín Díaz Atienza
La idea de que podemos obtener mejores calificaciones en la escuela y avanzar en nuestra estudios por el consumo de medicamentos que mejoran la concentración y otras funciones del cerebro es a la vez polémico y tentador. ¿Es algo engañoso o estaríamos en la misma situación que cuando consumimos café para aumentar nuestro estado de alerta? Bioeticistas, médicos y el público en general están divididos sobre esta cuestión.
Lo que es admitido sin reserva es que los adolescentes y los adultos están usando los medicamentos recetados como metilfenidato (Rubifen, Concerta etc..) para fines no médicos en un intento de mejorar el funcionamiento cognitivo normal. Como se decía en un artículo del New York Times, “estos fármacos se utilizan no para medicarse sino, incluso, para ser contratados por la empresas.” Las personas reciben los medicamentos de los médicos, o de otros pacientes (como compañeros de clase) con recetas para afecciones neurológicas y que están dispuestos a vender o compartirlos.
Contra este panorama de fondo de descontrol, la Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de Bioética (PCSB) ha dado un paso importante mediante la emisión de recomendaciones sobre el uso ético de los medicamentos y otros medios de “modificación del SNC (Sistema Nervioso Central)”. El PCSB utiliza este término para incluir medicamentos e intervenciones como la estimulación profunda del cerebro, los que podrían, o bien tratar los trastornos neurológicos, o aumentar la función normal del cerebro. Las recomendaciones son parte de su informe final, “Gray Matters: Temas que se encuentra en la intersección entre la Neurociencia, la Ética y la Sociedad.”
“Se ha elaborado un documento sobre orientación y de mejoras prácticas que está disponible para asesorar a las partes interesadas (incluidos los médicos, los empresarios, los padres, los educadores y los pacientes, entre otros) sobre los beneficios y riesgos potenciales inherentes al uso de una intervención que conduzca a la modificación del SNC,”, según dice la PSCB en su informe. “Los educadores, los padres, los médicos, y los que trabajan en campos altamente competitivos se beneficiarían de tener expertos y consejos basados en la evidencia cuando se enfrentan con el estudiante o con trabajadores que usan intervenciones que modifican la función del SNC.”
El informe cita datos recientes que hablan de esta necesidad. Uno de cada cinco entrevistados en una encuesta realizada por la revista Nature, dijo que habían usado Ritalin (Rubifen), Provigil (modafinilo) (un medicamento recetado para la narcolepsia), o los betabloqueantes con fines no médicos, como la mejora de la atención o la memoria. Entre los estudiantes universitarios de entre 18 y 22 años, el 6.2 por ciento dijo que habían usado Adderall (un medicamento para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y la narcolepsia – mezcla de anfetamina y dextroanfetamina) para mejorar la concentración, la focalización atencional o el estado de alerta, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud de el Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental.
Los niños también están utilizando este tipo de medicamentos para la mejora cognitiva, y este uso es cada vez mayor, dice el PCSB. Se cita una encuesta de estudiantes de 12º grado en los Estados Unidos en la que el 4 por ciento dijo que habían usado Adderall y el 2 por ciento dijo que habían usado Ritalin en el año anterior sin la prescripción de un médico.
Aquellos que creen firmemente que los estudiantes universitarios sin TDAH que toman Ritalin antes de los exámenes finales son unos tramposos, o que las personas, ante las estudios de difícil realización, usan drogas para sostener una actividad aparentemente inhumana de trabajo son uno desfraudaores (o víctimas de la coacción en un mercado de trabajo hipercompetitivo) probablemente puedan quedar descepcionados con el informe de la Comisión que es cautelosamente optimista sobre las perspectivas de modificación del SNC con fines de mejora, afirmando que “contemplar nuevos métodos para mejorar las funciones, tales como el aprendizaje y la memoria en la escuela o el rendimiento en profesiones competitivas es realmente emocionante.” La comisión no se muestra de acuerdo en que los potenciadores cognitivos necesariamente promuevan la injusticia (ya que sólo beneficiarían a aquellos que son capaces de pagarlos) o que ayuden a equilibrar la situación (al permitir la mejora de resultados en las personas con capacidad baja de memoria, aunque normal, y otras funciones cognitivas). Y concluye que merece la pena seguir investigando.
La comisión dice que tenemos que saber más acerca de los riesgos y beneficios. Aunque se conocen los riesgos de algunos fármacos utilizados como potenciadores cognitivos – por ejemplo, Ritalin y Adderall, que están en la lista de sustancias controladas debido a su potencial abuso y la dependencia, y los riesgos y beneficios de estas y otras intervenciones son aún en gran parte desconocidos. Obtener esta información básica es un requisito previo para deliberar sobre qué potenciadores cognitivos pueden ser moralmente aceptable, para quién y en qué circunstancias.
PCSBI llama a los científicos, financiadores y expertos en bioética a considerar cada potenciador cognitivo, caso por caso, tomando en cuenta las preguntas clave: ¿Qué es lo que se utiliza? Por quién se utiliza? ¿Qué efectividad presenta para el fin propuesto? ¿Quién más podría beneficiarse? ¿Cuáles son los riesgos?
Estas son sus recomendaciones:
Más investigación. “Los fabricantes deben apoyar la investigación sobre la prevalencia, los beneficios y los riesgos de los nuevos modificadores neuronales con la finalidad de facilitar el uso ético de las intervenciones orientadas a aumentar o mejorar la función del rendimiento congnitivo.”
El acceso equitativo. “Los responsables políticos y otras partes interesadas deben asegurar que el acceso a nuevos modificadores neuronales sean beneficiosos, seguros, eficaces y moralmente aceptables con el objetivo de aumentar o mejorar la función neuronal def roma equitativa a fin de no agravar o exacerbar las desigualdades sociales y económicas.” Una forma de hacerlo es obtener más información acerca de quién se beneficia más de qué mejoras. Por ejemplo, la PCSBI dice que la evidencia limitada indica que algunas tecnologías de mejora cognitiva podrían ser más beneficiosas para los “más necesitados”. (No dio detalles sobre lo que entiende por “necesidad”.) “Si esto se demuestra que este es el caso, estas tecnologías podría reducir las diferencias en el rendimiento cognitivo que pueden tener importantes consecuencias para la posición social y económica de un individuo “.
Orientación profesional. “Las organizaciones profesionales y otros grupos de expertos deben elaborar orientaciones para los médicos, los empresarios, los padres, los educadores y los pacientes sobre el uso de los modificadores neuronales y sus posibles riesgos y beneficios. Las Organizaciones profesionales médicas deben elaborar directrices para ayudar a los médicos a atender las solicitudes de las recetas para ampliar o aumentar la función neuronal “.
La PCSBI aboga por una restricción clara, y es difícil imaginar cualquier desacuerdo al respecto: “Los médicos no deben recetar medicamentos que tienen beneficios y riesgos inciertos o no comprobados para aumentar la función cognitiva en los niños y adolescentes que no tienen trastornos neurobiológicos.”
Fuente: Susan Gilbert es el gerente de asuntos públicos y comunicaciones del Centro Hastings y editor de Bioética Foro.