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Joaquín Díaz Atienza
¿Se produce realmente un estigma social hacia los pacientes con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad?. De producirse, ¿se debe a la etiqueta diagnóstica o a la conducta característica del paciente con TDAH?.
¡Qué entendemos por estigma?. La palabra estigma procede de la palabra latina stigma que, a su vez, procede de la griega στίγμα que significa marca. Sin embargo, a nosotros nos interesa lo que se entiende por estigma social. Puede ser definida como:
«condición o atributo, rasgo o comportamiento, que hace que su portador sea incluido en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa y se les ve como culturalmente inaceptables e inferiores».
«Desaprobación social severa de características o creencias personales que son percibidas como contrarias a las normas culturales establecidas» ;).
ESTIGMATIZACIÓN EN EL TDAH
Son numerosas la investigaciones que han puesto de manifiesto la existencia de determinados comportamientos, sentimientos y actitudes hacia los pacientes con TDAH que son claramente estigmatizantes. Pueden presentarse entre los compañeros. entre los padres con hijos sin TDAH y entre la población en general.
- Entre los compañeros.
El estereotipo principal consiste en la percepción social que se tiene del paciente hiperactivo peligroso, proclive a la violencia, tanto hacia los compañeros como hacia sí mismo. Es lógico que, ante una percepción como la que hemos expuesto, se produzca un distanciamiento/rechazo por parte de los compañeros, presenten dificultades para establecer amistad y que sean poco preferidos por ellos.
En el desarrollo y mantenimiento de este estereotipo y estigma, la mayor responsabilidad recae sobre los medios de comunicación cuando asocian actos vandálicos, agresiones y otros comportamientos antisociales con la etiqueta de TDAH. Incluso esos reality show a los que nos tiene tan acostumbrados.
- Los padres
En varias investigaciones se ha puesto en evidencia que los padres sin hijos con un TDAH valoran negativamente a los pacientes con este trastorno, influidos normalmente por los tópicos que se difunden en los medios de comunicación y por parte de algunos profesores.
En una encuesta realizada en EEUU se observó que 1/5 de los padres prefieren no tener a su hijo en una clase en donde haya alumnos con TDAH , y el 50% tenerlos como vecinos o que su hijo establezca amistad con alguno de ellos.
- Valoración entre los adultos
El estigma continúa en la vida adulta. De hecho, tanto en el ámbito laboral como académico, los adultos con TDAH son más valorados negativamente, son más rechazados cuando se trata de realizar tareas cooperativas, Sin embargo, hay algunos aspectos interesantes, preventivamente hablado, las mujeres con TDAH son mejor valoradas que los hombres y el conocimiento real y la convivencia con los sujetos con TDAH disminuye las opiniones negativas y el rechazo.
Esto ha dado lugar a que algunos investigadores se planteen qué aspectos tienen más peso en el proceso de estigmatización: si la etiqueta diagnóstica o la conducta propiamente dicha.
ESTIGMATIZACIÓN, CONDUCTA Y DIAGNÓSTICO DEL TDAH
Es cierto que la etiqueta diagnóstica contribuye al desarrollo del estigma con la puesta en marcha de los estereotipos sociales. En el proceso de estigmatización hay un primer paso con la etiquetación, ya que les asigna una serie de diferencias que sirven para identificarlos con respecto al grupo. Un vez identificados, se establece el vínculo entre las diferencias encontradas y los estereotipos sociales en uso, lo que dará lugar al etiquetado social que sirve para separar a los individuos en función de las diferencias que la etiqueta les atribuye. Finalmente, se les sitúa en un estatus social devaluado y se les discrimina socialmente en función de los estereotipos dominantes.
Sin embargo, en la actualidad existe un debate sobre qué produce el estigma, si la conducta o la etiqueta diagnóstica. Sabemos que el diagnóstico, en sí mismo, contribuye al distanciamiento social y la conducta a la valoración del peligro. Una vez asignados ambos aspectos, etiqueta y peligro, dará lugar al estigma y a la valoración social negativa consiguiente.
También se ha observado que determinados repertorios de conducta social son estigmatizantes y que al asignarle una etiqueta, esta contribuye al incremento del estigma. En este sentido, THOMPSON y col (2015)(1) sostiene que en el TDAH lo que desencadena el estigma es la conducta y no la etiqueta diagnóstica. La dificultad en habilidades sociales y la baja autoestima contribuye a que los pacientes detecten las asignaciones, erróneas o ciertas, derivadas del estigma por parte de los compañeros o de los profesores, dando lugar a un círculo vicioso, del que resulta difícil salir. Por ello, estos autores recomiendan ayudar a los pacientes con TDAH a auto-regular su conducta y adquirir mejores competencias en su fácil distraibilidad, desorganización y procrastinación, aspectos que contribuyen a mantener y/o acrecentar el estigma. Recomiendan la elaboración de programas de ayuda específica para la adolescencia debido a la ausencia prácticamente total de los mismos.
Quisiera concluir este post haciendo una llamada especial a los padres de niños con TDAH ya que muchos de ellos presentan las mismas valoraciones estigmatizadoras que el resto de la población. Ejemplos de ello son:
– la demanda de diagnóstico a especialistas que no han recibido formación especializada sobre psicopatología del desarrollo, por el solo hecho de evitar la estigmatización que produce ser atendido por salud mental infanto-juvenil.
– Evitar el asociacionismo porque consideran que margina y estigmatiza.
– Ocultar la etiqueta en el colegio, y en general, para evitar el estigma que ellos mismos ya venían adjudicando a los demás y que ahora temen los demás ejerzan sobre su hijo.