Psiquiatría-psicología, enfermedad mental, marginalidad y estigma

LA PSIQUIATRÍA: UNA ESPECIALIDAD ESTIGMATIZADA. ALGUNOS ESTEREOTIPOS

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Mientras la psiquiatría, la psicología, la enfermería psiquiátrica y otras profesiones relacionadas con la Salud Mental, utilicen su estatus como un servicio al poder establecido, el enfermo mental no dejará de ser un marginado.

Joaquín Díaz Atienza

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Como hice en el post sobre la estigmatización del psiquiatra, las opiniones aquí vertidas, y que comparto, se recogen en los documentos publicados por la Asociación mundial de Psiquiatría y de la Asociación Europea de Psiquiatría.
Exponemos, en primer lugar, los estereotipos sociales sobre la psiquiatría; a continuación, los estereotipos entre los profesionales de la salud y, posteriormente, la opinión de los pacientes y los medios de comunicación.

1. La psiquiatría en la población general.

La imagen negativa que se ha difundido de la psiquiatría tiene el origen en su propia historia y se sustenta y mantiene en estereotipos y creencias que pertenecen al pasado. Personalmente, cuando estudio la historia de la medicina, no llego a comprender cómo, procedimientos terapéuticos tan mágicos y acientíficos practicados en otras especialidades no han dado lugar a la estigmatización tan marcada que presenta la psiquiatría.

Creo que los estereotipos sociales tiene mucho que ver con la eficacia de los tratamientos: si un enfermo renal, cardiaco o de cualquier otro órgano no respondía a los tratamientos, lo más probable era que el paciente muriera. Sin embargo, el enfermo mental era considerado como un endemoniado o un poseído peligroso para la sociedad. Esta opinión ha sido sostenida incluso por la Iglesia a lo largo de la historia. La sociedad ha interiorizado que el enfermo mental es, cuando menos, potencialmente peligroso, alguien que debíamos aislar de la sociedad, y a la psiquiatría como una profesión que se encarga de facilitar que sus aislamiento sea efectivo y durardero.

Se crean los asilos, los manicomios y los hospitales psiquiátricos valorados como instituciones cuya función es básicamente custodial, de puertas cerradas y con una localización fuera de los núcleos urbanos. En una encuesta realizada en Alemania, el 50% de los encuestados cree que el enfermo mental debe permanecer de forma continua en la institución y el 50% cree que aún se utiliza, como un medio de contención habitual, la camisa de fuerza.

Durante los años 70, con el desarrollo de la Salud Mental Comunitaria, se observaron algunos cambios positivos, aunque la comunidad ofreció resistencias muy importantes a la implementación de la misma. A esta actitud de rechazo se le conoce como el Síndrome NIMBY (sí, pero no en mi barrio).

En los EEUU se han realizado algunas encuestas en la población que han puesto de manifiesto que el 80% de los americanos rechazan la idea que sostiene que la mejor forma de ayudar al enfermo mental es abrir las puertas de las instituciones psiquiátricas y el 31% rechaza la decisión de que en su barrio se abra un centro de salud mental. Los temores más alegados son que sus viviendas pierdan valor en el mercado, la inseguridad de los niños y de los vecinos en general.

Los estereotipos anteriores está relacionados con la supuesta peligrosidad de los pacientes psiquiátricos y con la ineficacia de los tratamientos. En este aspecto hay quien los considera positivos y otros que los encuentran peligrosos. En este sentido, la población general sobrevalora la psicoterapia recomendándola como única opción incluso en la esquizofrenia y otros trastornos mentales graves en contra de toda evidencia científica.

Cinco son los estereotipos más comunes sobre los tratamientos farmacológicos:
– Es adictivo.
– Seda pero no cura.
– Es una invasión sobre la intimidad.
– No sirven para prevenir las recaídas.

2. Estereotipos entre los profesionales.

Muy pocos profesionales entienden el rol de la psiquiatría y menos aún en los centros sanitarios en donde no existe psiquiatría de enlace, o bien si no han tenido una formación o prácticas apropiadas. También se conoce que, si la única relación de los psiquiatras con otros profesionales se limita a las urgencias, la imagen del psiquiatría se deteriora aún más.

También se ha encontrado entre algunos psiquiatras una visión muy negativa de la psiquiatría. Normalmente, son profesionales del ámbito del psicoanálisis.

3. Pacientes y familias

La mayoría de los pacientes con problemas de salud mental temen ser derivados al psiquiatra debido al estigma de la enfermedad mental y no tanto porque duden de la eficacia de los tratamientos psiquiátricos. De hecho, las expectativas de los pacientes suelen, por lo general, ser positivas.

Muchos creen que la medicación es adictiva, no actúan suficientemente sobre la enfermedad, produce cambios sobre la personalidad y altera la expresión natural de los sentimientos. Por ello, tanto los pacientes, como los familiares prefieren las psicoterapias, aunque para la enfermedad por la que consultan no exista evidencia científica sobre su eficacia. La mayoría depositan una confianza excesiva y, a veces, mítica sobre los tratamientos psicológicos debido a la desinformación y/o a falsas creencias.

4. Los medios de comunicación

La imagen que suele darse en los medios de comunicación sobre la psiquiatría es bastante negativa: la psiquiatría es una disciplina sin programa formativo, no tiene una base científica, y sus tratamientos son ineficaces.

Persisten en asociar a la psiquiatría con las instituciones psiquiátricas ya superadas, ocultando los avances realizados con los nuevos centros de salud mental. En esta misma línea de acogerse a lo “viejo” para seguir criticando sensacionalistamente el “presente”, se refieren a los tratamientos: sólo existiría el electroshock, la camisa de fuerza y aislamientos forzados.

En la imagen cinematográfica de la psiquiatría , existe los que se le ha llamado “la metodología de Hollywood” que consiste en enfatizar los “éxitos” terapéuticos producidos por simples reuniones catárticas de pacientes y enfatizando los “graves” secundarismos de los psicofármacos, sin hacer mención a otros fármacos indicados para enfermedades no psiquiátricas. De este modo, se interioriza la idea de que los psicofármacos producen cambios horribles en la personalidad, en tanto que los prescritos para otras enfermedades carecen de acción sobre el Sistema Nervioso Central o sobre el psiquismos. Ejemplo, se aceptan antiepilépticos con secundarismos graves, como la presentación de una psicosis, y no un antidepresivo.

Próximo post: RECOMENDACIONES PARA MEJORAR LA IMAGEN DE LA PSIQUIATRÍA.

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