Visitas: 10
Joaquín Díaz Atienza
El por qué de la neuroética en psiquiatría infantil.
Los grandes avances de las neurociencias están poniendo al descubierto las bases cerebrales de la mente y de la conducta humana. Sus descubrimientos adquieren un poder mediático inmenso que puede llegar a generar, tal como está sucediendo, gran número de “neuromitos”, es decir, el peligro de llevar a la aplicación diagnóstica y terapéutica descubrimientos parciales como si fueran definitivos y concluyentes e ignorando sus consecuencias. En psiquiatría infantil se están mostrando especialmente peligrosos como puede verse con la aplicación de tecnologías sanitarias no evaluadas suficientemente: psicofarmacología, técnicas de estimulación precoz, estimulación cerebral profunda etc.. Cada vez penetra con más profundidad en el público no especializado la idea de que lo propuesto como tratamiento es inocuo, que sus secundarismos son intrascendentes para el desarrollo y que los beneficios son inmensos: se inventan, si es necesario, incluso los mecanismo neurofisiopatológicos de algunos problemas del desarrollo infantil como si fueran definitivos, estando solo basados en informaciones provisionales e incompletas.
Estas circunstancias plantean múltiples desafíos éticos para el científico y el clínico en la medida en que hablamos de procedimientos que repercuten en la conducta y emociones del paciente, en el desarrollo de su futura personalidad, aunque de forma incierta. Igualmente, estamos ante un cerebro en donde la plasticidad cerebral es fundamental y no conocemos en qué medida esta puede verse afectada. con la aplicación de estas nuevas tecnologías.
Qué es la neuroética?
Como sabrá el lector, a pesar de la utilización previa del término neuroética, fue en el congreso organizado por la Fundación DANA en San Francisco en 2002 donde nace científicamente lo que hoy conocemos como neuroética. Fue una reunión multidisciplinar en donde estaban representadas las ciencias biológicas básicas, las aplicadas y las humanísticas.
Tal como era de esperar, desde su nacimiento aparecen los primeros dilemas morales, en especial los referidos a la aplicación de las nuevas tecnologías para mejorar las funciones cerebrales normales, tales como la psicofarmacología y los implantes cerebrales. Dilemas morales que se justifican en la medida en que se aplican en un espacio de incertidumbre respecto a las consecuencias sobre el cerebro en su conjunto que no conocemos, como tampoco las consecuencias a largo plazo sobre la personalidad y la plasticidad cerebral.
Pero ¿qué es exactamente lo que entendemos por neuroética? El periodista que dio cobertura mediática al congreso de San Francisco, William Safire la define como el
” examen de lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, acerca del tratamiento , perfeccionamiento, intervenciones o manipulaciones del cerebro humano”
Para Judy Illes y Thomas Riffin la neuroética sería
“la disciplina bioética que ha surgido para agrupar todos los temas teóricos y prácticos, tanto en laboratorio, como en la atención sanitaria o en la vida social” relacionados con los avances neurocientíficos.
Finalmente, para Kemi Berington, desde una perspectiva más incluyente, la define como el
“estudio de las cuestiones éticas, legales y sociales que surgen cuando los hallazgos científicos acerca del cerebro son llevados a la práctica médica, a las interpretaciones legales o a políticas sociales y sanitarias”.
Por tanto, desde una perspectiva general, la neuroética hace referencia, por un lado, a la aplicación de los avances en las técnicas de neuroimagen funcional, de la neuro-psico-farmacología, de los implantes cerebrales (estimulación profunda) y cualquier manipulación cerebral. Por otro, a los problemas que se derivan de un, cada vez, mayor conocimiento neurofisiológíco, neurocognitivo y neuroquímico de la conducta, la consciencia, la personalidad, el proceso del enfermar y la libertad/responsabilidad del ser humano.
Neuroética aplicada y neuroética fundamental
Las valoraciones éticas que realizamos en la aplicación de los avances neurocientíficos corresponden a la neuroética aplicada. El corpus teórico-reflexivo sobre la idoneidad moral y las consecuencias de las aplicaciones científicas en el ser humano, se denomina neuroética fundamental.
a) Por tanto, definimos como neuroética aplicada, aquella que pretende resolver los problemas éticos derivados de la aplicación de los avances neurocientíficos y, no solo en el terreno de la clínica, sino también en las mejoras posibles técnicamente en los sujetos normales.
Actualmente los que más sobresalen son los que se refieren a las técnicas de neuroimagen cerebral, las mejoras cognitivas en sujetos normales y la neuro-psico-farmacología.
El problema moral surge en la medida que, si bien podemos anticipar los beneficios, no sucede los mismo con las consecuencias negativas que puedan derivarse a medio/largo plazo de su aplicación.
b) Neuroética fundamental.
Para Evens la ética fundamental se interroga “sobre la manera en que el conocimiento de la arquitectura funcional del cerebro y de su evolución puede profundizar nuestra comprensión de la identidad personal, la conciencia y la intencionalidad, lo que incluye el desarrollo del pensamiento moral y el juicio moral”.
Sin embargo, Adela Cortina distingue entre las bases de una ética universal , que sería universales, y el fundamento de una ética que nos permitiría dar razones morales frente a los interrogantes por su carácter “exegitivo de normas, valores, sentimientos y virtudes a los que llamamos morales”.
Por tanto, lo que para Evers sería neuroética fundamental, para A. Cortina serían las bases de la neuroética. Es decir: “descifrar la red de conexiones causales entre las dimensiones neurobiológicas, socioculturales e histórico-contingentes, especificada de antemano en nuestro genoma y compartido por la especie humana o a un sistema simbólico determinado”.
Como dice Sergio Sánchez- Migallón, La Neurociencia se enfrenta a preguntas que la transcienden. La neurociencia “al investigar el cerebro y los fenómenos más íntimos de la persona (pensamientos, decisiones, emociones, valoraciones, etc..) toca lo que se considera más esencial del ser humano, su supuesta identidad libre y espiritual.