Visitas: 1
La multiculturalidad, la gran diversidad de credos religiosos y el laicismo deben aprender a convivir y respetarse
CARISMA TIRNITARIO. EDITORIAL
Deseo iniciar esta nueva categoría en mi blog con un asunto que está enturbiando cada vez más la convivencia en nuestro país. La actitud discriminatoria respecto a la manifestación pública, la visibilidad de símbolos y señales de pertenencia a un credo religioso por parte de la ciudadanía.
La sentencia favorable a Ana Saidi Rodríguez para utilizar el velo islámico (hiyab) en su lugar de trabajo, es para mí una gran y positiva noticia. Tal como dice la sentencia, no permitir su uso, atentaría contra el artículo 16 de la Constitución Española, es decir, contra el derecho que «garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley».
Me alegra el coraje de esta mujer. Su persistencia en la lucha por conseguir lo que es su derecho constitucional. También debo celebrar la sentencia de la magistrada Dña. Pilar Ramos por su fidelidad a lo que es un imperativo constitucional.
Como cristiano, desearía que a nosotros se nos dejara de perseguir, se nos dejara de agredir menos y nos permitieran los jueces y los políticos, igualmente, el poder visibilizar nuestras creencias en cualquier espacio público, sea laboral o de cualquier otra naturaleza.
Pero no tenemos tanta suerte que los musulmanes y otros credos. Se expedientan a profesionales por tener un crucifijo, se invaden capillas, catedrales, se interrumpen actos litúrgicos, se profanan las hostias, se intenta silenciar nuestras creencias y todo queda en nada, en la más absoluta impunidad, ya que hay jueces que lo consideran libertad de expresión. También, si manifestamos nuestros símbolos, es que no respetamos a la laicidad de las instituciones o de los ciudadanos.
No me extiendo más. Simplemente felicitar a Ana y realizar una llamada a los magistrados y magistradas de nuestro país para que apliquen la ley cuando se trate de cristianos, con el mismo espíritu que la magistrada Dña. Pilar Ramos. Si no fuera así de forma rotundamente clara, me consideraré un ciudadano perseguido y discriminado.