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El respeto al ser humano debe ser incuestionable. Hay profesionales de la medicina, organizaciones proeutanasia y órdenes religiosas católicas partidarias de aplicar la eutanasia a enfermos mentales crónicos
Escribíamos hiperbólicamente y con cierta ironía en el anterior post la situación hacia la que nos dirigimos si no somos capaces de introducir el necesario respeto por el ser humano. El utilitarismo materialista se va imponiendo progresivamente ante la pérdida de los valores éticos tradicionales, valores que necesariamente hay que actualizar a requerimiento de los avances científicos y socioculturales. Sin embargo, esta crisis no termina de encontrar un compromiso ético universal, un imperativo categórico, sobre la bondad o maldad de determinadas acciones, dando lugar a actuaciones que comprometen la dignidad de la persona, que transgreden los derechos humanos y sobre las que ejercen una gran influencia el concepto economicista coste/beneficio.
Esta crisis de valores afecta a todos, incluyendo a algunas organizaciones religiosas como los Hermanos de la Caridad de Bélgica a los que el Papa Francisco les ha conminado a que abandonen su actual posición a favor de la eutanasia a enfermos mentales crónicos. Se les da de plazo hasta finales de agosto para que, tanto la directiva de los Hermanos de la Caridad, como los hermanos encargados de los 22 centros que regentan, acaten la Doctrina de la Iglesia Católica respecto a la eutanasia. De no hacerlo, los centros dejarán de pertenece a la Iglesia Católica, igual que la orden religiosa y su miembros serían excomulgados.
La orden parte de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
La Orden de los Hermanos de la Caridad nace con una vocación parecida a la orden de las hermanas de la caridad, siendo su fundador Pierre Joseph Triest. Su dedicación se centró fundamentalmente en la atención a los marginados y a los enfermos mentales. De hecho, la mayoría de estos enfermos son atendidos en sus centros, especialmente en Flandes. Es una orden en franca decadencia, cada día más secularizada y con un descenso vertiginoso de sus miembros mientras que su centros se van incrementando en proporción inversa. Tal vez, siendo malpensado, lo que era una orden religiosa se esté transformando en una empresa.
Es desalentador que, por un lado. defienden la eutanasia a los enfermos mentales y, por otra, sus principios carismáticos sean: 1) Actitud basada en el amor; 2) crear auténticas comunidades de vida y de trabajo; 3) profesionalidad competente; 4) organización orientada al hombre; 5) entornos adaptados ampliamente accesibles; 6) atención a los desfavorecidos y a los marginados; 7) estar a la escucha de nuevas necesidades; 8) abiertos; 9) participativos.
Estamos en una situación peligrosa, en la que ese anunciado preventivo de la pendiente resbaladiza, tan utilizado en bioética, parece que se está cumpliendo inexorablemente. Ha llegado el momento en el que los ciudadanos deben tomar partido. Si no se actúan con contundencia, intereses totalmente ajenos, incluso contrarios, al ser humano se irán imponiendo paulatinamente.