El descubrimiento infantil de las diferencias sexuales niño/niña

Desarrollo psicosexual y emocional en la infancia.3) Fase fálica y apegos múltiples

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FASE FÁLICA 

La fase fálica da comienzo hacia los tres años. Se caracteriza fundamentalmente en el hecho de que las pulsiones parciales de las que hemos venido hablando se desplazan a los órganos genitales.

Los contenidos de este post son extraídos de forma bastante libre y resumida del aparatado correspondiente del libro de J. Bergeret “Psychologie pathologique”, apartado que recomendamos leer al que esté interesado es este tema ya que describe algunos conceptos que no reflejaré en este post  por razones puramente didácticas.

  1. Desarrollo psicosexual

Explicaremos brevemente en qué consiste el erotismo uretral, la masturbación infantil , la curiosidad sexual infantil y algunas teoría sexuales infantiles.

  • El erotismo uretral. El erotismo uretral se produce por el placer resultante de la micción. Según Bergeret,  este erotismo, va a presentar algunas características que describimos seguidamente.

El placer de orinar puede presentar dos significados: por un lado, su significación fálica relacionada con las fantasías sádicas de hacer daño y de destrucción, así como la de una posición más pasiva de “dejar-fluir”,  que traduce una experiencia de rendición y abandono frente a la actividad de control. La situación de abandono suele traducirse en la auto-excitación genital . Se ha visto, en casos de sujetos  psicoanalizados, que puede haber aspecto sádicos en esta erotización uretral que posteriormente pueden traducirse, clínicamente,  en la eyaculación precoz.

  • La masturbación infantil.

A la manipulación de los genitales que el niño realiza durante las etapas anteriores, se le llama masturbación primaria. Cuando se consigue el control  esfinteriano vesical , se produce una disociación entre el placer derivado de la micción y el experimentado por la manipulación repetitiva de los genitales. A esta última se le denomina masturbación secundaria.

A la masturbación secundaria se la suele reprimir por parte de los padres, dando lugar a profundas huellas inconscientes y se considera una de las causas de la conocida amnesia infantil.

  • La curiosidad sexual infantil.

Es la fase en la que se toma conciencia de las diferencias anatómicas entre ambos sexos. Este descubrimiento da lugar a que el niños/a se realice preguntas. También es el momento evolutivo en donde se realizan preguntas y sienten curiosidad acerca del origen de los niños, el embarazo, etc.

La escena primitiva se presenta en esta fase del desarrollo psicosexual y hace referencia al momento en el que el niño/a toma conciencia y fantasea con el coito de los padres. La escena primitiva implica una toma de conciencia novedosa  que influye significativamente en la estructuración del desarrollo psicosexual. El niño intenta darse una  respuesta ante lo que observa objetivamente o fantaseado:

La identificación con alguno o ambos progenitores. Suele darse en aquellos caso en donde la erotización es pasiva.

La proyección: Cuando el niño, desde su propia agresividad, interpreta la escena primitiva como un acto sádico que se ve sostenido por la escucha de ruidos, gemidos, los gritos, etc., durante el coito.

Sentimiento de abandono que puede ante la constatación de que es excluido de esa relación.

Voyerismo.  Término que aquí hace referencia, no solo a lo que se ve, sino también a lo que oye. Para Freud, el voyerismo de la escena primitiva es la fuente, una vez sublimado, de la epistemofilia o la necesidad del conocimiento. Dice Bergeret que es la fuente “de la que nacen los investigadores o curios de todo tipo”.

  • Teoría sexuales infantiles.

El niño intentará encontrar respuestas a todo cuanto de “nuevo” está experimentando. Estas respuestas deben ser satisfactorias en base a su propia experiencia libidinal  y bajo el control de las pulsiones. Suelen ser:

– Las creencias sobre la fecundación: por ingesta,  a través del beso, por la orina, por exhibición de los genitales, etc.

-Las creencias sobre el nacimiento: vía anal, por el ombligo, por extracción forzada, etc.

– Las interpretaciones sádica del coito podría ser el resultado de algunas fantasías surgidas durante la fase anal, o bien el resultado de escenas de las que ha sido testigo.

  1. Características narcisísticas y pregenitales de la fase fálica.

Freud insiste en que no se debe confundir falo con pene. El niño no percibe el pene como un órgano genital, sino como un órgano de poder. Por falo debe entenderse la fantasía por la que la que a la percepción del pene provoca en el niño un sentimiento de poder. De hecho, los niños perciben a las figuras parentales como poderosos o débiles en base a la presencia del falo o a su ausencia.

El falo es un objeto parcial en la medida que el niño lo percibe como un órgano modificable.

En esta fase los niños niegan la diferencia entre ambos sexos. El niño niega la castración y no admite el sexo femenino , y la niña a través de la reivindicación fálica.

En definitiva, la fantasía de la castración se vive, fundamentalmente, como un ataque a la integridad narcisística, que es lo que representa el falo. Como se ha dicho, el falo no es percibido como órgano genital, sino como signo externo de poder.

  1. El miedo a la castración.

Se refiere a la reacción emocional producida por la fantasía infantil masculina de la pérdida del falo, ante la toma de consciencia de la ausencia de pene en la niñas. Si bien en el niño se produce el miedo a perderlo, la niña mantiene la fantasía de conseguirlo.

Según Freud, se trata de una angustia consciente, “natural, transitoria y estructurante” del desarrollo.

Existen diferencias entre el niño y la niña:

El niño sobreinviste su pene , tanto libidinalmente a través de la masturbación, como en cuanto el pene es un símbolo narcisísitico. Precisamente por ello, no es extraño que nos encontremos con conductas exhibicionistas durante esta fase.

La niña ignora la vagina, siendo el clítoris el órgano de la actividad sexual. El paso del clítoris a la vagina sucede tardíamente (como mínimo en la pubertad).

Después de un breve periodo en el que no acepta la ausencia de pene, termina por admitirlo, aunque al precio de una profunda herida narcisística y un sentimiento de inferioridad, tanto corporal como genital. Esta vivencia de inferioridad se encuentra muy reforzada culturalmente, aspecto a tener en cuenta en cualquier plan educativo que desee ser igualitario.

APEGOS MÚLTIPLES

¿Existe realmente el apego múltiple o, por el contrario, el apego es monotrópico? (hablamos del apego primario). Para Bowlby era monotrópico, es decir, se producía exclusivamente con la madre o cuidador/a principal, aunque terminó “admitiendo” el apego múltiple ante las presiones del movimiento feminista.

Pero no es solamente Bowlby en que privilegia el apego motrópico, también Main, habla de que solo se produciría también con el padre en el 2% de los casos.

Es un tema controvertido, máxime hoy  que la familia tradicional prácticamente está en extinción y, por tanto, los niños se ven expuestos a una amplia variedad de situaciones de las que se especula bastante y se conoce poco por la ausencia de estudios longitudinales metodológicamente bien diseñados. Hoy predomina la ideología sobre la ciencia, en cuanto a los conocimientos  sobre cómo se construye y cuáles son las consecuencias relacionadas con el apego, de estas nuevas situaciones en las que crece el neonato.

Apegos múltiples secundarios

Realmente los apegos secundarios son muy  importantes. En primer lugar, porque en ellos se sustenta la seguridad, la confianza , la autoestima  y la sociabilidad del niño. Y en segundo lugar, porque podemos obtener información sobre el apego primario a través de cómo el niños/a establece los apegos secundarios.

Dejo una diapositiva de las diversos modelos que describe Howes sobre los apegos múltiples. Observamos que los modelos que expone, parte de la aceptación de la existencia de apegos múltiples (Figura 1)

BIBLIOGRAFÍA:

  1. Psychologie pathologique. J. Bergeret y cosl
  2. El desarrollo afectivo e intelectual del niño. B. Golse
  3. Le premier lien. Théorie de l’attachement. B. Pierrehumbert

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