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La disforia de género: una realidad clínica y social a la que Chile da un respuesta sensata y ejemplarizante.
Nadie puede negar que en un reducido número de niños y niñas no coincide el sexo biológico con la vivencia de género. Esta disonancia entre sexo y vivencia subjetiva de género produce en el sujeto que la padece un gran sufrimiento tipificado en el DSM 5 como disforia de género y, distinguiendo entre niños y adolescentes y adultos ((302.6 – F64.2) y en adolescente y adultos (302.85 – F84.1).
Creo que la posición del presidente de Chile, Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, reúne la prudencia necesaria para dar la mejor respuesta a un problema en donde se enfrentan, con irracional intensidad, la ideología y las creencias personales o de colectivos frente a la voluntad política de resolver el sufrimiento de las personas que padecen la mencionada disforia de género.
Durante la entrevista que exponemos al final de este post, el Presidente de Chile, Sr. Piñera, aborda lo nuclear de la problemática de la identidad de género:
- Evolución de los síntomas de la disforia de género. El Sr. Piñera pide, sensatamente, abstenerse de intervenir médica (hormonalmente) o quirúrgicamente hasta que los sujetos con disforia de género no alcancen los catorce años. Sustenta su posición en el hecho, científicamente comprobado, de que con el desarrollo los síntomas de disforia desaparecen en el 70-80% de los niños/as que los presentaron. Por tanto, algo básico en bioética: ante cualquier intervención “primun non nocere”.
- Nos dice que es en la adolescencia cuando se consolida, o desaparece, la disforia de género. Por ello, el propone que si permanece entre los 14 y 18 años, se pueden tomar medidas de confirmación, aunque teniendo en cuenta el consentimiento de los padres. Alega que el Estado no es quién para sustituir a la familia en los menores de edad.
- A partir de los 18 años, con la mayoría de edad, cualquier decisión corresponde al sujeto.
¿Por qué me parece prudente la decisión del Presidente de Chile?
La ideología de género, tal como está concebida por los colectivos LGTB, no deja de ser una creencia religiosa, laica, pero religiosa y excluyente. Tan religiosa y excluyente como la que defienden algunos sectores de la Iglesia Católica. Y cuando se gobierna para una sociedad plural, no podemos legislar para unos pocos ciudadanos, sino para todos. No podemos excluir a grandes colectivos sociales en beneficio exclusivo de otros colectivos, ya que intentando eliminar la discriminación, estamos produciendo otra. Como decía el filósofo, “en el término medio está la virtud”.
Por ello, desde aquí mi más sincera felicitación al Presidente de Chile, que ha sido valiente frente a los ideólogos de género y frente a determinados sectores de la Iglesia y otros colectivos.
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