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Joaquín Díaz Atienza
Tanto la identidad sexual, como la orientación sexual, han sido abordados por S. Freud, aunque su desarrollo teórico lo han realizado con mayor profundidad sus seguidores.En este post, se expondrán una pinceladas del pensamiento de Freud a este respecto, sin tener en cuenta la evolución teórica que estos dos conceptos han experimentado a lo largo del tiempo en el ámbito del propio psicoanálisis.
¿Qué aporta Sigmund Freud al concepto psicosexual de identidad?
Desde un punto de vista biológico, siempre que no existan anomalías endocrino-metabólicas, el hombre se caracteriza por presentar dos cromosomas XY que condicionará sus desarrollo genital, en el sentido que denominamos como macho. Si los cromosomas presentes son XX, su desarrollo genital se orientará como hembra. Sin embargo, una cosa es el desarrollo biológico de los caracteres sexuales primarios y secundarios, y otra bien distinta el desarrollo psicosexual.
Con el desarrollo psicosexual terminamos identificándonos como hombre o como mujer, indistintamente de que nuestros órganos sexuales sean masculinos o femeninos. De hecho Freud sostiene que el niño inicialmente presenta biológicamente una bisexualidad psíquica (que también llamó hemafroditismo psíquico). Nos plantea la necesidad de aceptar esta bisexualidad originaria como elemento necesario para comprender el porqué se es hombre o mujer a través de las interacciones precoces. De hecho, en su ensayo Más allá del principio del placer, hace referencia, para poder explicar esta bisexualidad fundamental, al mito de la androginia de Platón: “En definitiva, originariamente seríamos hombres y mujeres. Sería la búsqueda de la carencia, de lo que echamos en falta, lo que nos llevaría a la orientación homo o heterosexual”.
Sin embargo, el concepto de imago, prototipo inconsciente de cómo cada uno se identifica a sí mismo (hombre o mujer), se debe más a K. Jung que a Freud.
La identidad sexual sería el resultado de las interacciones precoces del niño con respecto a imágenes primordiales, su capacidad para discriminar entre figuras parciales y totales masculinas y femeninas, así como a la resolución de la pasividad/actividad de la fase anal y el complejo de Edipo. Para Freud, en situación de “normalidad evolutiva”, el niño termina durante la adolescencia de precisar su identidad masculina o femenina, en el sentido niño se identifica como niño, la niña se identifica como niña.
Esto es importante, máxime hoy día, ya que, si bien partimos de una bisexualidad biológica, primordial, la resolución definitiva de la identidad no termina de construirse hasta la pubertad/adolescencia.
. Génesis de la homosexualidad, según S. Freud
Por tanto, tal como hemos expuesto anteriormente respecto a la identidad, la homosexualidad es una característica con la que el ser humano se verá confrontado de forma natural y fisiológicamente hasta prácticamente la adolescencia, aunque solo una minoría terminarán por elegir el objeto homosexual.
¿Por qué Freud denomina perversión a la homosexualidad?. Sencillamente, porque para él, cualquier procedimiento para la obtención del placer sexual (orgasmo) que no sea limitado al coito entre un hombre /mujer por penetración, sería un procedimiento no “natural”. Desde esta perspectiva, distingue distintas perversiones: fetichismo, bestialismo, homosexualidad, travestismo, voyerismo etc..
Por último, distingue entre la homosexualidad masculina y femenina.
- Homosexualidad masculina.
Freud distingue una serie de rasgos generales: 1) una fijación masiva con la figura materna que hace muy difícil la catexis con otra mujer. 2) Una relación con la figura paterna dominada por la angustia, el temor a la castración y 3) una elección del objeto sexual de tipo narcisista que no puede tolerar la ausencia del pene. Va a presentar sentimientos de infravaloración, incluso rechazo, hacia la figura femenina.
En definitiva, el homosexual presentaría un complejo de Edipo invertido que impide los procesos de identificación con la figura del mismo sexo.
Algunos psicoanalistas distinguen entre una homosexualidad pregenital que sería básicamente narcisista, una homosexualidad como mecanismo de defensa frente al Edipo y otra homosexualidad frente a la rivalidad fraternal.
- La homosexualidad femenina.
Según nos describe Freud, en la mujer homosexual existe una relación edípica con el padre, aunque sufre una regresión a un estadio anterior dominado psicosexualmente por lo que Freud denomina “complejo de virilidad” que, en definitiva se experimenta como envidia por el pene. Los procesos de identificación van dirigidos hacia una madre fálica.
Presentan el deseo de ser como el padre para la madre, con una clara desvalorización del mismo. Sería una relación de tipo sádico-oral. En definitiva, traduciría una fijación pre-edípica a la figura materna.
En conclusión, partimos del hecho de que esencialmente somos bisexuales y que los procesos de identificación, así como la resolución de nuestras relaciones objetales, decidirán en última instancia, tanto nuestra identidad, como nuestra orientación sexual.
Siempre nos quedará el interrogante del porqué la mayoría sigue una tendencia congruente con su dotación biológica. Aunque la ideología de género, encuentra una explicación globalizadora y excluyente en la cultura heteropatriarcal y en la negación de la biología en su presentación, olvida algo muy importante que no deja de tener un peso significativo en el desarrollo de la psicosexualidad humana, la dotación genética. Continúa el dilema en cuanto a la ponderación de cada una de las partes del binomio: cultura/naturaleza.