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Poco nuevo puedo decir acerca de la decisión tomada por la justicia británica de terminar con la vida de Alfie Evans que no escribiera ya el año pasado respecto a Charlie Gard. Dos casos de eutanasia en el Reino Unido en menos de un año debido a causas prácticamente idénticas: Una alteración genética filiada, aunque sin tratamiento que pudiera detener el proceso degenerativo en el caso de Charlie, una causa probablemente genética no filiada en el de Alfie y que lo mantiene en estado vegetativo gracias a la ventilación mecánica. En ambos casos, unos padres que se oponen rotundamente a que dejen morir a sus hijos.
La justicia británica, inmisericorde con los padres, sigue el criterio del equipo médico que los atiende: “continuar manteniéndolos con vida, es cruel, injusto e inhumano”, dicen en el caso de Alfie; que sería “probablemente víctima de mucho sufrimiento y de grandes dolores”, en el caso de Charlie.
Algunos temía que el caso de Charlie fuera el inicio de un comportamiento eutanásico en toda regla y el caso de Alfie así lo demuestra. Y, no solo porque se haya tomado la misma decisión, sino porque en el caso de Alfie han concurrido varias circunstancias que así lo corroboran:
- El papa Francisco se ha mostrado especialmente explícito en este caso, sin que haya servido absolutamente de nada ante la decisión británica.
- A Alfie se le ha concedido la ciudadanía italiana con la finalidad de doblegar, ateniéndonos al derecho internacional, la decisión británica. Tampoco ha servido de nada.
- Al menos en el caso de Charlie el Tribunal Europeo de Derechos Humanos admitió a trámite la demanda formulada por los padres, independientemente de cual fuera su decisión final. En el caso de Alfie ni siquiera ha sido considerada. ¿Podríamos considerarlo como la política a seguir en adelante por este trbunal?
Por tanto, de todo esto se deduce que la autoridad del estado está por encima del derecho de los padres. En el post sobre Charlie planteé la necesidad de que se legisle sobre la autonomía por representación, ¿cuándo los padres, y hasta dónde tiene capacidad de sustituir la autonomía de sus hijos en casos tan dramáticos?
Lo que se desprende de las situaciones de Charlie y de Alfie es que la decisión sobre cuándo y cómo se aplican medidas eutanásicas no corresponde a los padres, sino al Estado. Lo que hoy tanto nos conmueve, en algunos años será normalidad, algo asumido por todos los ciudadanos. Ya ha sucedió con el aborto; se comenzó por supuestos muy concretos y socialmente admisibles, y hoy se nos presenta como un derecho humano de la mujer. Hoy son los niños con enfermedades degenerativas y pronto se aplicará a niños y niñas con enfermedades crónicas incapacitantes, etc… La tan negada pendiente resbaladiza, es una realidad que nos interpela día a día.