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NOTA: El subtítulo que sigue, ya no se puede sostener en la medidad de que me considero fuera de la Iglesia Cátolica, no solo por los casos de pederastia, sino también por la actitud dictatorialmente caprichosa del actual pontífice Francisco frente a otros casos graves de abusos y agresiones sexuales entre adultos.
Ante los abusos a menores en la Iglesia, como católico, como profesional que trabaja con la infancia, no pienso, no quiero callar
Ahora toca el turno a Alemania. Cierto que la investigación ha sido realizada a petición de la Conferencia Episcopal Alemana. Abarca desde 1946 a 2014. Ha sido realizado por las Universidades de Giessen, Heidelberg y Mannheim y dirigido por el psiquiatra Harald Dressing profesor del Instituto Central para la Salud Espiritual de la Universidad de Mannheim.
Independientemente de la utilización partidaria que determinadas instancias y lobbies están realizando de esta lacra intraeclesial, la realidad es que el libro -denuncia de San Pedro Damián “Libro de Gomorra” adquiere una desgraciada actualidad. Creo que aquellos que nos consideramos realmente católicos, no podemos permanecer, ni indiferentes ni en silencio. Es verdad que en la Iglesia predomina con creces las buenas acciones pero, precisamente por ello, los sacerdotes y laicos que han dedicado y dedican su vida a llevar y materializar el evangelio en los lugares a donde ningún otro desea ir, no pueden ser menospreciados, ninguneados en su encomiable labor por causa de unos perversos desaprensivos que han demostrado importarles un bledo las enseñanzas del evangelio, impelidos, por su falta de fe, hacia comportamientos perversamente lujuriosos.
EL INFORME ALEMÁN
Se han investigado las 27 diócesis alemanas, aunque el director de la investigación, el profesor Dressing afirma que los resultados sean probablemente la punta del iceber, ya que los 38.000 sacerdotes investigados es una cifra “claramente a la baja”, puesto que los investigadores no tuvieron acceso a instituciones católicas como centros escolares, residencias infantiles, etc.
Se ha recogido 3.677 casos durante los 68 años estudiados, siendo, otra vez más, la mayoría (el 62,8%) casos de pederastia homofílica y el 75% de las víctimas tenían algún tipo de relación pastoral con el victimario. El total de sacerdotes implicados son 1.670 lo que representa el 4,4% del clero investigado, cifras porcentuales en consonancia con otras investigaciones, especialmente las llevada a cabo en EEUU.
Al 60% de los sacerdotes abusadores simplemente se les trasladó a otra parroquia, sin que esta última fuera informada.
El cardenal Marx, encargado de presentar a la opinión pública los resultados del informe, afirma: “Claramente, el abuso sexual es un crimen. Los que son culpables deben ser castigados. Durante demasiado tiempo, en la Iglesia Católica hemos desviado la mirada, hemos ocultado, negado, no queríamos que fuera verdad. Por todo el fracaso y por todo el dolor, debo pedir disculpas como Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y de forma personal”. Me gustaría que sus palabras, no solo sean sinceras, sino fundamentalmente resolutivas. Estamos hartos de tanto silencio. En un mundo en donde ya no se puede ocultar, por suerte, la verdad hay que ser transparentes, preventivos y resolutivos.
Algunas conclusiones
- Hay muchos laicos que han observado comportamientos más que sospechosos en sus sacerdotes y ha mantenido un silencio cómplice, importándoles más su comodidad psicológica que el sufrimiento de las víctimas. Estos son tan culpables como los acosadores.
- La Iglesia debe tomar medidas RADICALES frente a un problema que se presenta en toda la sociedad con mayor incidencia que en la Iglesia, pero nosotros predicamos una moral que, no solo va en contra de estos comportamientos perversos, sino que forma el núcleo de nuestra ética sexual y social. Medidas radicales significa reducir al estado laical a cualquier sacerdote que se demuestre que ha abusado de menores, al mismo tiempo que se pone en manos de la justicia civil. Para las perversiones no hay tratamiento lo suficientemente eficaz como para asegurarnos que tales agresiones y abusos no vuelvan a repetirse.
- Hay que reconocer, aunque no sea políticamente correcto, que la inmensa mayoría de abusos y agresiones sexuales en el clero son homofílicas, dato muy importante frente a cualquier medida preventiva.
- A mí no me asustan estas repugnantes noticias. Estoy convencido que estamos ante un momento histórico en el que esta lacra silenciada tanto tiempo, será el revulsivo que ponga fin a comportamientos depravados, y que servirá para desenmascarar a aquellos trepas que solo ansían el poder, la vanagloria y la impunidad, incluso a costa de la fe y de la renuncia al evangelio.
Tengo esperanza, a pesar de tanto horror, porque que se que toda esta podredumbre es el resultado de los hombres.
(Previamente publicado en laicostrinitarios.org)