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Miles de padres se manifiestan contra la implementación generalizada de la ideología de género, bajo el lema “con mis hijos no te metas”
Las familias exigen ser ellas las protagonistas de la educación de sus hijos rechazando la intromisión adoctrinadora, excluyente y totalitaria de los gobiernos
Ante la polémica desencadenada en algunos colectivos de padres y en los medios de comunicación al conocerse el Programa Skolae sobre educación sexual, de obligada implementación en los centros escolares públicos, privados y concertados, han sido varios los representantes políticos que se han manifestado públicamente. La mayoría de ellos con mentiras o medias verdades. En mi opinión, la representante política que más se aproxima a la verdad de fondo que se está gestando, ha sido Marisa Simón Caballero, coordinadora de Izquierda Unidad de Navarra. Dijo literalmente en el Parlamento Navarro:
“Esto no es una cuestión de que los padres y las madres decidan. Pueden decir lo que les dé la gana como padres, están en su derecho. Lo que no está en su derecho es a decidir por sus hijos en estas cuestiones”.
¿Queda claro?. Los padres pueden decidir lo que les de la gana como padres, aunque siempre que los políticos lo permitan o no, dependiendo de sus intereses ideológicos particulares. A esto se le llama “adoctrinamiento ideológico”, totalitarismo, atentado contra los DDHH de la infancia, por mucho que la ONU, la UNESCO y la OMS intenten justificarlo.
Para ello, han adulterado las recomendaciones de la Convención de los Derechos del Niño y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su art 26, 3, dice.: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Todos los comunicados de los políticos implicados son tendenciosos, mentiras o verdades a medias. Ocultan el objetivo esencial del programa, es decir, lo que se pretende con la enseñanza en materia de educación sexual, no es más que el adoctrinamiento de nuestros hijos en la ideología de género. No es educación sexual, es la pretensión de grabar, en las mentes de nuestros hijos unos valores absolutamente pansexualistas y en contra de lo recomendado según los conocimientos científicos de la psicología del desarrollo socioemocional y del apego en los primeros años de la infancia.
“Menos amor y más sexo”
Esta frase contenida en los programas de educación sexual infantil, rompe con la inocencia de la infancia, interfiere inevitablemente en el desarrollo social del individuo, elimina el valor del amor hacia los demás como personas, para transformarlas en un simple objeto erótico genitalizado, sin más valor que la satisfacción que pueda proporcionar a mis instintos. ¿O acaso ésto indica otra cosa?. La educación sexual derivada de la ideología de género gira en torno a un solo eje: la pansexualización de toda nuestra convivencia. Una moral sexual que rompe con la consideración del prójimo como persona digna de respeto absoluto transformándola exclusivamente en fuete de placer genital.
Movimiento “con mis hijos no te metas”
La implementación de esta nueva visión del ser humano es apoyada desde organismo internacionales como la ONU, la UNESCO y la OMS. Con una imposición clara en los países del tercer mundo,o en vías de desarrollo, condicionando las ayudas que reciben a la obligatoriedad de que se haga realidad en todas las escuelas y universidades.
De aquí que no sea extraño que, justamente, en estos países sea en donde han aparecido movimientos de familias que se han manifestado en contra de su implementación.
La iniciativa surge en Perú durante un evento que reunió a más de 40.000 personas el 29 de noviembre de 2016. Desde entonces, y cada vez con mayor fuerza, se ha extendido por Ecuador, Argentina, Chile y Uruguay y otros países latinoamericanos.
Las reacciones de los políticos, de los organismos oficiales, nacionales e internacionales, los medios de comunicación y redes sociales al servicio de esta ideología no se ha hecho esperar: intentan desacreditarlos con calificativos tales como “ultras”, “conservadores”, “fundamentalistas religiosos”, “extrema derecha”, “antiabortistas”, “homófobos” y otros calificativos no menos descalificadores y denigrantes. Se les silencia en los medios de comunicación, se les censuran en las redes sociales.
La realidad es otra bien distinta: son padres y madres que ya está sufriendo en sus hijos e hijas las consecuencias de un adoctrinamiento que centra su objetivo en transformar la sexualidad en una fuente de placer sensual sin ninguna otro valor, “menos amor y más sexo” como sustrato sobre el que debemos desarrollar nuestras futuras relaciones humanas, valorar al otro únicamente como fuente de placer sexual, un objeto material de uso y disfrute, un consolador/a de mis apetitos sexuales, independientemente de cómo se me manifiesten esos apetitos.
La ideología de género no nos enseña valores dignos de las personas, sino contravalores que ponen en peligro incluso a los Derechos Humanos Universales, primando los derechos que reivindica un movimiento internacional que, bajo las siglas NOM (Nuevo Orden Mundial), pretenden reducir al ser humano en mera mercancía sexual y esclava de sus intereses. Quieren transformar, la frase “la religión es el opio de las masas” en “el sexo es el opio de las masas” a través del cual puedan ser manipulados según convenga a sus intereses económicos, políticos o sociales. En definitiva, más sexo y menos derechos humanos, menos libertad, menos participación ciudadana, más totalitarismo, tal como hoy los conocemos.
