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La intervención psicoanalítica en la infancia requiere de técnicas esencialmente pedagógicas
Las críticas a la intervención psicoanalítica no solo se han dirigido al que se realiza con adultos, sino también y especialmente la propuesta en la edad infantil. Esta última que se ha producido incluso entre los psicoanalistas especializados en la psicopatología infantil.
Aquí expongo brévemente las respuestas y alternativas propuestas por Anna Freud cuando deseamos realizar un terapia psicodinámica con niños.
Propuestas de Anna Freud
Ella realiza varias consideraciones en el proceso psicoanalítico infantil: Proceso de decisión; bases del psicoanálisis en la infancia; fase de preparación; reajustes técnicos; los problemas de la transferencia; la intervención pedagógica y el rol del superyo [note]Victor Smirnoff. La psychanalyse de l’enfant. PUF. Paideia. Paris, 1984[/note].
Análisis de la decisión
La decisión de seguir una psicoterapia no se produce por parte del niño, sino a través de los padres . Lo habitual es que el niño no tenga conciencia de sufrir ninguna dificultad que precise de un tratamiento psicoterapéutico, incluso en situaciones objetivas en donde se encuentra ansioso, malhumorado o inquieto. No existe una necesidad manifiesta de curarse porque tampoco se vive como enfermo.
Son los padres los que habitualmente formulan la demanda, sea por la preocupación que les producen los síntomas de su hijo o debido a las presiones del entorno, especialmente la escuela. Es muy importante evaluar el grado de tolerancia de los padres frente a los “síntomas” que motivan la demanda.
Principios fundamentales del psicoanálisis en la infancia
La mayoría de los profesionales que realizan técnicas psicoanalíticas en la infancia se muestran de acuerdo en la necesidad de eliminar los procesos de sugestión, así como eliminar la abreacción[note]Descarga emocional por medio de la cual el sujeto se libera del afecto ligado al recuerdo de una experiencia traumática.[/note] como proceso terapéutico. Se deben reducir al mínimo las intenciones manipulativas, debemos analizar el material inconsciente que vaya surgiendo durante el proceso y ponderar las resistencias y las manifestaciones que se produzcan como consecuencia de la transferencia.
El objetivo de la psicoterapia es la consecución de una mayor adaptación, lo que se traduciría en la adquisición de habilidades para afrontar la renuncia a situaciones no placenteras que producen la renuncia a una gratificación inmediata, tal como exigen la dinámica de ello.
Sin embargo, esta adaptación no tendrá éxito si no tenemos en cuenta la necesidad innata del niño de dar continuidad a su propio desarrollo. Precisamente, esta tolerancia relativa a lo largo del tiempo nos interroga sobre la posibilidad de que las mejorías observadas puedan ser el resultado de la evolución espontánea del desarrollo y no debido a la cura psicoterapéutica.
Fase de preparación
En la infancia es absolutamente necesaria la creación de una situación favorable a la intervención psicológica. Por ello, debemos establecer una relación de confianza con el paciente.
Ante el paciente, debemos aparecer como una persona que puede ayudarle, que se interesa por su situación, incluso que somos depositarios de un cierto poder para ayudarle. El establecimiento de una buena transferencia desde el principio es fundamental para producir cambios.
Evaluar cuantas resistencias y mecanismos de defensa que puedan ir surgiendo. No debemos realizar interpretaciones psicoanalíticas, ya que ni el setting, ni las técnicas son ortodóxamente psicoanalíticas.
- Reajustes técnicos
La mayoría de la información clínica recogida es proporcionada por los padres con la consiguiente contaminación emocional que le restan objetividad. Por ello, Anna Freud recomienda algunas técnicas como la interpretación del dibujo que además nos facilita que podamos establecer la comunicación verbal con el paciente.
Respecto a la asociación libre, en la infancia no es una técnica especialmente provechosa ya que se produce en muy contadas ocasiones. Mucho más útil es la interpretación de los sueños.
El juego nos puede proporcionar información simbólica utilizable terapéuticamente, a pesar de su subjetividad, incluso algo arbitraria.
Para Anna Freud, cuando surgen fantasías de tipo sexual pueden desencadenar conductas agresivas que deben ser reguladas con precaución para no perder información que pueda ser relevante para explicar la situación clínica.
Los problemas de la transferencia
Insiste en la necesidad de establecer una auténtica relación positiva con el niño durante la fase preanalítica basada en el afecto, el amor, el apego sabiendo canalizar la rebeldía y las conductas de oposición.
Sin embargo esta relación positiva no es una transferencia en sentido estricto ya que esta no es posible debido a la relación activa que el niño tiene con sus padres, de quienes depende para la consecución de todas las gratificaciones y frustraciones, sean reales o imaginarias. El niño vive las relaciones conflictivas como algo exterior sin que haya podido aún interiorizarlas.
Anna Freud utiliza el psicoanálisis a pesar de la no existencia de una auténtica transferencia. El niño ve al terapeuta como un auténtico objeto que el utiliza como tal. La relaciones establecidas durante la terapia no están investidas ni libidinal ni agresivamente. A. Freud utiliza esta situación para la exteriorización de una instancia psíquica que permita la libertad de expresión verbal. Actúa como un yo auxiliar en el que el niño se encuentra protegido.
La transferencia, por tanto, ni es posible, ni es deseable. Es más aconsejable trabajar sobre el esclarecimiento de los mecanismos de defensa que el niño utiliza para protegerse de la angustia.
Punto de vista pedagógico y rol del superyo
Otra de las objeciones que plantea Anna Freud en la realización del psicoanálisis en la infancia se refiere a la construcción del superyo. Se conoce que este se va construyendo a lo largo del desarrollo afectivo del niño a través de la introyección de las exigencias de los objetos de amor que para él representan los padres. Precisamente, debido a que el superyo es un proceso en construcción marcado por la debilidad y la labilidad, no es de extrañar que el niño presente situaciones regresivas ante las separaciones tempranas.
Nos recomienda que durante la maduración afectiva del niño se deben evitar las gratificaciones directa y excesivamente importantes , ya que puede dar lugar a fijaciones a alguno de los estadios previos frente a las dificultades adaptativas en posteriores estadios.
El psicoterapeuta debe asumir con respecto al niño una función educativa, haciéndole ver qué pulsiones son compatibles con la vida social satisfactoria y cuáles deben ser sublimadas.
El terapeuta debe situarse como yo ideal en donde el niño pueda conseguir la habilidad para afrontar la angustia con éxito. En otras palabras, debe permitir que exprese libremente sus fantasías y sus deseos y facilitar la toma de conciencia sobre aquello que debe ser reprimido por imposiciones del medio, actuando sobre las situaciones exteriores y las estructuras internas del niño. Esto permite al niño relajar las exigencias del superyo y resolver los síntomas que actúan controlando la angustia y al mismo tiempo favorecer la formación de otro superyo menos tiránico y armónico con la realidad social.
En resumen, el abordaje psicodinámico frente a los problemas surgidos en la infancia puede materializarse con éxito siempre que implementemos los reajustes técnicos pertinentes.