El maltrato infantil, la familia y la escuela

Maltrato infantil: el rendimiento académico, la familia y el colegio

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Alguna reflexiones acerca del caso de la madre de Vigo para la que se piden tres años de cárcel y 3 años más nueve meses de alejamiento de su hijo

Los centros escolares son clave en la prevención del maltrato infantil que suele producirse cuando el alumno presenta dificultades conductuales y en el aprendizaje escolar.

Aprovecho el caso de Vigo, y la condena a tres años de cárcel y tres años y 9 meses con una orden de alejamiento para la madre, que ha infligido el maltrato a su hijo desde 2018. No entraré en la consideración de si la pena impuesta es excesiva o no. Esto corresponde al que aplica la ley y es muy probable que la sentencia se ajuste a ella absolutamente. Sí pienso exponer brevemente lo que yo mismo he vivido en mi consulta en las situaciones en donde los hijos presenta dificultades con el rendimiento académico, las diferentes reacciones de los padres y  el rol de los profesores en la prevención de situaciones de maltrato como la que publica Europa Press.

El alumno

Se sostiene por parte de no pocos pedagogos que todos tenemos las mismas capacidades. Los resultados académicos dependen de la motivación del alumno y de las habilidades didácticas de los profesores para conseguir unos resultados académicos aceptables. Ya nadie habla de discapacidad, sino de diversidad. Si ajustamos los contenidos curriculares a la diversidad, todos los alumnos conseguirían los objetivos. Estos planteamientos son, sencillamente, una mentira de la que, las primeras víctimas son los propios alumnos.

  • Hay alumnos con diferentes capacidades cognitivas que condicionan de entrada al rendimiento y, posteriormente, al grado de motivación, produciendo el círculo vicioso: autoconciencia de la dificultad en el aprendizaje -> baja autoestima -> mayor dificultad en el aprendizaje -> sentimiento de incapacidad.

Aquí hablamos de la variación natural que existe entre los alumnos sin que podamos hablar de dificultades concretas. No rinde académicamente igual un alumno con un CI (Coeficiente Intelectual) de 110 que de 120.  

  • Hay alumnos con trastornos específicos del desarrollo. Son dificultades específicas (para la lectura, para la escritura, en lenguaje oral, coordinación motora, mixtos, etc.) que deben ser detectados tempranamente para implementar los apoyos psicopedagógicos pertinentes. Los alumnos con trastornos específicos del aprendizaje escolar, no rendirán igual que aquellos que no los presentan y corren un alto riesgo de fracaso escolar. Algunos de ellos incluso, dependiendo de cómo responde el medio familiar, escolar y su propio temperamento, puede presentar problemas de conducta generalizados, limitados al medio familiar o escolar.

La familia

Durante años he llevado a cabo una “escuela de padres” de niños con problemas de conducta y/o del aprendizaje escolar. Nos encontramos con padres que les resulta sumamente difícil aceptar las dificultades de sus hijos, resumiéndolo todo a una cuestión de motivación, cuando no a un asunto de incompetencia de los profesores “que no entienden a su hijo”. Esta tipología parental es propensa a castigar al hijo o a agredir a los profesores, dependiendo de en dónde ellos sitúen la causa.

Otros, por el contrario, se muestran peligrosamente negligentes. Suelen presentar escaso interés, cuando no hacen referencia a que son un calco de lo que a ellos les sucedía cuando eran alumnos.

Entre los padres de la primera tipología, no es extraño que recurran al castigo, a veces incluso al castigo físico en la creencia errónea  de que dará resultado. Es la típica máxima aplicada por los padres de que la letra con sangre entra“.

Hay padres bastante propensos a comparar a sus hijos con sus compañeros y no soportan que su hijo no tenga un buen rendimiento académico, al menos, como el de la vecina o el vecino. Les supone una herida dolorosa en su narcisismo y en su competencia como padres , dando lugar a comportamientos agresivos como los descritos en la madre de Vigo.

Hay padres que toman conciencia de las dificultades de su hijo, las aceptan e intentan ayudarles en la medida de sus posibilidades y con el apoyo de los profesionales si fuera necesario. Os aseguro que es el camino correcto. El amor, la compresión y el apoyo continuo son las mejores herramientas para mantener un vínculo que le de seguridad y motivación para afrontar las dificultades.

Finalmente, en estos tiempos especialmente, nos podemos encontrar con padres que depositan todas sus esperanzas en la pastilla milagrosa que se les ha vendido, sea a través de los profesores, la vecina o el médico. La frustración es enorme cuando la realidad se encarga de resituarnos, nuevamente, ante los problemas de siempre. La medicación, si bien mejora algunos problemas, y no siempre, las habilidades cognitivas siguen siendo las mismas.

La escuela

Los profesores, no solo son los que mejor pueden detectar precozmente los problemas de aprendizaje y conductuales de un alumno, sino que depende de ellos que el alumno no se sienta discriminado respecto a su compañeros. Son los mediadores naturales entre el alumno y sus padres. Por ello, deben valorar muy cuidadosamente cómo hacen llegar la información a los padres para que estos colaboren adecuadamente con el centro escolar.

Me he encontrado con profesores que, sin más, califican al alumno con bajo rendimiento como despistado, vago, inútil, caradura, aparcándolo al final de la clase como a un objeto inservible, y sin considerar la humillación que esta medida supone para la autoestima del alumno. Por supuesto, si así piensa el profesor, así se lo transmite a los padres. Es el típico profesor que cuando le hablas de “trastornos específicos”, de TDAH, de depresión infantil o de cualquier otras circunstancia que afecte al aprendizaje escolar, le responde a los padres que “él no cree en esas cosas”.   

Hay profesores que están pendientes de la evolución académica de sus alumnos, se preocupan por mejorar su rendimiento, les dan indicaciones a los padres y, cuando no se consiguen las expectativas, intentan, en colaboración con los padres, conseguir sin presiones, con mensajes positivos, sin discriminar y cambiando los procedimientos didácticos, lo máximo posible.

En esta última situación podemos encontrarnos con dos situaciones fundamentalmente: aquellos profesores apoyados por los equipos de orientación escolar y aquellos no disponen de este recurso. En Andalucía, lo habitual es que cada colegio esté referido a un equipo psicopedagógico. Cuando Los profesores detectan un caso deben pedir orientación a los profesionales de estos equipos que, a su vez, realizan un plan de actuación dependiendo de las dificultades del alumno.  Aquí el problema habitual es la carencia de recursos, tanto en los equipos de orientación, como en los profesores.

En ambas situaciones, es fundamental el trabajo con los padres. No todos los padres se muestran igual de colaboradores, ni está dispuestos a admitir que las dificultades que presentan sus hijos van más allá de una mala conducta o de un mero capricho. Por ello, cuando no es suficiente con la mediación de los profesores, está indicada la asistencia a grupos de padres en donde adquieran los conocimientos necesarios para emplear técnicas diferentes al castigo.

Interrogantes sobre el caso de Vigo

El castigo físico comienza en 2018. ¿Fue valorado y diagnosticado el alumno para situar correctamente el origen de su mal comportamiento y su bajo rendimiento?

  • En el supuesto de que así fuera, ¿se le explicó correctamente a esa madre de ello y se la orientó hacia donde podría recibir ayuda?.
  • Indistintamente de las medidas tomadas en el ámbito escolar, se consideró la posibilidad de pedir ayuda complementaria en los servicios sanitarios?
  • ¿Valoró el juez o la jueza este tipo de circunstancias?. Es decir, la ayuda a la madre y las obligaciones del centro escolar. No conozco en profundidad las circunstancias que rodean a este caso, pero en un maltrato de tal gravedad que se mantiene desde 2018, por fracaso escolar y problemas de conducta, no es suficiente con castigar a la madre. Hay muchas circunstancias implicadas, cada una con su cota de responsabilidad.
  • Y, por último, ¿se ha tenido en cuenta las consecuencias que pueda tener para el hijo, tres años de cárcel y tres años y nueve meses con una medida de alejamiento?. La justicia no tiene de emociones, los padres y los hijos sí. Aunque aquí parezca lo contrario.

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