La depresión infantil, esa gran desconocida

Tiempos de riesgo: La depresión infantil, una gran desconocida

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La depresión infantil, una gran desconocida, a tener en cuenta en momentos de estrés social y escolar como los actuales

Es un hecho constatado que los padres y los maestros, ante el surgimiento de problemas emocionales o conductuales en la infancia, en lo último que piensan es en la depresión. En la mentalidad de un adulto la infancia es un mundo de felicidad y despreocupación… para `problemas y dificultades,  la vida adulta.

Decía un profesor mío  que “el adulto, que ha perdido todo recuerdo real de lo que era durante su infancia, cree ser la única víctima de la vida”. Una gran verdad. Ciertamente, el adulto asume con dificultad, y no con poca frustración, que un niño pueda estar deprimido. Siempre siente en su interior algo de culpa que le hace renuente a admitirla, especialmente a las madres. La realidad es todo lo contrario. Los niños, que depositan toda su seguridad en los padres y en los maestros, en momentos de dificultad para los que carecen de habilidades cognitivas suficientes, se sienten desvalidos, indefensos y, por qué no, frustrados frente a un adulto mitificado que es incapaz de conectar con sus emociones.

Síntomas de la depresión infantil

Como es lógico, los síntomas más frecuentes, aunque a veces de difícil interpretación, son los referidos al estado de ánimo o del humor. Es habitual que estos síntomas sean negados por el paciente e, incluso, cuando se encuentra en ambientes lúdicos, se enmascaren. Por ello, es importante, tener en cuenta cambios, aunque sean apenas perceptibles, en:

  • Momentos de tristeza o llantos ante situaciones poco habituales.
  • Irritabilidad ante pequeñas frustraciones.
  • Frases de autodesprecio (“soy tonto”…)
  • Malestar difuso, desinterés e indiferencia ante objetos o actividades que antes mostraba interés, retraimiento social.

No es extraño que los síntomas que primero se ponen en evidencia, sean los referidos a la esfera intelectual que, evidentemente, afectarán al rendimiento académico. Tanto los maestros como los padres, suelen verse sorprendidos al no encontrar una explicación razonable de los cambios escolares que se han producido. Puede ser:

  • Trastornos de la atención y de la concentración. Estos síntomas, con más frecuencia de lo que pudiéramos pensar, pueden ocasionar falsos positivos de Trastorno por Déficit de Atención (TDA). Los padres suelen aceptar antes la posibilidad de un TDA que un síndrome depresivo.
  • Enlentecimiento cognitivo.
  • Empobrecimiento de la imaginación (fantasía) y de la espontaneidad.
  • Fallos en los procesos de memoria (tanto en memoria de fijación como de evocación).

También se verá afectada la actividad. Puede expresarse  como:

  • Hiperactividad.
  • Astenia, fatigabilidad.
  • Rechazo a los juegos colectivos.
  • Reducción de la inercia espontánea.
  • Ejecución enlentecida de las tareas.

La presencia de síntomas psicosomáticos son muy frecuentes, siendo algunos más específicos de la infancia, como la enuresis y la encopresis, y otros de mayor relevancia en la pubertad y adolescencia: Los trastornos del sueño, la pérdida de apetito o, por el contrario, la hiperfagia, y las cefaleas

De esta semiología se desprende fácilmente, que no solo se afectará la vida familiar, sino también el ámbito escolar, como el social.

Síntomas depresivos según la edad.

Nissen diferenciaba la clínica dependiendo de la edad de los pacientes y distinguía entre síntomas psíquicos y síntomas psicosomáticos.

Figura 1 Síntomas depresivos según la edad

Observamos que prácticamente todos los síntomas tendrá una repercusión negativa sobre el rendimiento académico. Es muy importante, tener in mente  la posibilidad de un trastorno depresivo, por mucho que nos pueda sorprender. No toda merma en el rendimiento académico, no todos los episodios de agresividad, no toda inquietud motora o dificultad atencional, es un TDA. Puede que este aviso resulte excesivamente redundante, pero la experiencia me ha enseñado que podemos errar en el diagnóstico con suma facilidad.

Depresiones enmascaradas

En la década de ochenta comenzó la comercialización de nuevas moléculas de antidepresivos con la consiguiente presión comercial de cada uno de ellos. Con el tiempo se demostró el gran fraude científico en más de un laboratorio.

Sin embargo, este boom  produjo que el campo clínico de los trastornos de ansiedad y de la depresión adquirieran la misma relevancia que hoy tiene, por ejemplo,  el diagnóstico de TDAH.

De aquí que se focalizara la atención sobre un subtipo de “depresión sin depresión” o depresión enmascarada o somatizada, facilitando un mejor conocimiento semiológico de la entidad clínica y optimizando las intervenciones terapéuticas. Nissen, psiquiatra infantil alemán, fue el primero en realizar una descripción clínica de su expresión más relevante  en la infancia

Figura 2 Síntomas en la depresión enmascarada

Depresión infantil  y riesgo de suicidio

Si ya es difícil aceptar que un niño pueda deprimirse, anticiparnos a la posibilidad de una tentativa de suicidio en un niño sería, para la mayoría de los adultos, un oxímoron, una contradicción radical, imposible contemplar la alegría y vitalidad de la infancia  e inferir  la posibilidad de que pueda pensar en “desaparecer, en huir” de una situación que le resulta subjetivamente  insoportable, que es, en definitiva, el suicidio. Os dejo en la Figura 3  algunas de las características del suicidio en la infancia.

Figura 3 Depresión y suicidio

Recomendaciones

  • Es muy importante tener siempre presente esta eventualidad clínica en la evaluación del  fracaso escolar, especialmente en alumnos que suelen ir bien y se produce un cambio brusco en rendimiento y motivación.
  • La semiología depresiva es más frecuente en alumnas.
  • Ante la sospecha de que un alumno o alumna pudiera estar deprimido, se recomienda que el equipo de orientación realice algún screening con la finalidad de prevenir complicaciones o que se cristalice. Si se sospecha con fundamneto que puada existir una depresión, se derivaría a salud mental infantil.
  • Siempre debemos tener in mente que existen alumnos de riesgo:
    1. Consumo de tóxicos y medicamentos.
    2. Ambiente familia: paro, dificultades económicas, enfermedades en alguno de los padres…
    3.  Relación con iguales deterioradas o dificultades para establecer relaciones sociales satisfactorias.
    4.  El acoso escolar y rechazos por parte de los compañeros son causas muy frecuentes que los adultos suelen minimizar. Los niños y adolescentes dan muchísima importancia a la relación con sus iguales y sufren cuando esta se deteriora.
    5. Actitudes de algunos profesores que tienden a minimizar la semiología psicológica en los alumnos, considerándola como algo caprichoso o pasajero.

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