Alfie ha muerto, descanse en paz

Alfie descansa en paz

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Alfie ha muerto. Unos dirán que ha sido asesinado, otros como consecuencia de retirar la respiración asistida y, finalmente, los que dirán que su estado orgánico estaba tan afectado que no podía esperarse otro desenlace. Todos llevan algo de razón aunque, por separado, ninguno dice toda la verdad.

La situación orgánico-cerebral y sistémica de Alfie estaba tan deteriorada que no podía esperarse otro final. Todo se reducía al cuándo. Es aquí en donde entran los conceptos de ensañamiento terapéutico y los procedimientos terapéuticos ordinarios o extraordinarios, así como el respeto a la dignidad de un ser humano.

Todos los médicos que han visitado a Alfie sabían que su muerte sucedería en un intervalo corto de tiempo, que su deterioro cerebral y general era no solo irreversible, sino progresivo con un padecimiento convulsivo incontrolable y un estado de inconsciencia que lo mantenía desconectado del ambiente y de sus padres (por más que se hayan difundido imágenes en donde se daba la impresión de lo contrario).

Se han dicho verdaderas barbaridades y no siempre por empatía hacia Alfie y sus padres. Voy a intentar responder a algunas de ellas, exponiendo brevemente las posturas de los intervinientes en el proceso.

  • El equipo médico.

Tras la deliberación del caso de Aldie, llegan a la conclusión que lo más apropiado es retirar la respiración asistida, único procedimiento que lo mantiene con vida. Detrás de esta decisión está el hecho clínico constatado de su estado neurovegetativo, de su  progresivo deterioro e irreversibilidad.  Por tanto, consideran que el mantener la respiración asistida no deja de ser un procedimiento extraordinario y, por tanto, un ensañamiento terapéutico. Ponen la documentación y los resultados de la deliberación en manos de la justicia para que decida si aplicar la medida o no. En esta situación, cabe preguntarse si estamos ante una eutanasia no voluntaria o ante la evitación de un procedimiento que ha dejado de ser terapéutico para transformarse en un empecinamiento. Ellos considera, que concurre esta última situación.

  • La justicia.

Tras analizar la documentación considera que el equipo médico lleva razón y transforma la medida en una acción no punible.

  • Los padres de Alfie.

No aceptan ni el criterio del equipo médico, ni la decisión de la justicia. Emprenden una campaña a nivel nacional e internacional pidiendo ayuda para evitarla, así como la demanda de una segunda opinión y que su hijo pueda ser tratado en otro centro fuera de Liverpool.

La posición, tanto del equipo médico, como de la justicia es la retirada de la patria potestad que, en adelante, queda bajo la responsabilidad de los médicos y la justicia. Los padres no se resignan y todo el mundo se interroga sobre quién debe decidir en el caso de un menor de edad que carece de autonomía para tomar decisiones libres y autónomas.

Unos defienden la autonomía por representación y, por tanto, deberían ser los padres los que tuvieran la última palabra.  En esta línea se posicionan el Vaticano, algunos facultativos de otros países, e incluso el gobierno italiano. Esta situación complica enormemente la situación, ya que, más que aliviar a los padres, contribuye a darles esperanzas en donde es difícil creer que objetivamente existan.

Las cosas se han hecho mal, muy mal, porque se han manipulado a los padres, se ha utilizado perversamente la situación de Alfie, se ha puesto en evidencia el narcisismo profesional y la soberbia de los profesionales de un bando y de otro, así como el de la justicia británica que se han negado en rotundo a ceder antes las ofertas recibidas por otros hospitales y profesionales.

Una situación que podría haberse resuelto en la intimidad, respetando la voluntad de los padres y salvaguardando una muerte digna, ha llegado a ser un escándalo internacional.

Sin embargo, tal vez, se pueda sacar algo de positivo: primero, que la vida de un lactante es la vida de una persona y como tal hay que tratar; segundo, que cuando una persona no puede tomar decisiones de forma autónoma, son los padres o tutores los que debería decidir en su lugar. Si los padres, desde su desconocimiento técnico, no estuvieran en lo correcto, hay que proporcionarles todas las facilidades para que se les pueda asesorar por profesionales ajenos a los que han tomado la decisión. Porque, aunque la vida no sea sagrada como dice el asesor bioético de los ingleses, el utilitarista sr. Singer, sí que es el mejor de los bienes de los que disfruta el ser humano y debe ser respetada como tal.  Y Alfie, sr. Singer, no es solo un animal que pertenece a la especie del homo sapiens, sino UNA PERSONA.

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