Holanda rteconoce el género neutro

La contaminación ideológica en la aprobación holandesa del género neutro (intersexualidad)

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Se necesita un debate serio y científico respecto a los problemas derivados de los trastornos del desarrollo sexual, que no intersexualidad

  • Definición de los Trastornos del Desarrollo Sexual (intersexualidad)
Los Trastornos del Desarrollo Sexual (TDS) consisten en la presentación de diversas anomalías en el desarrollo anatómico de los genitales, externos y/o internos, con existencia de estructuras, normalmente incompletas, del sexo masculino y/o femenino.

Tanto la denominación de intersexualidad, como de pseudohemafroditismo y hemafroditismo, actualmente handesaparecido prácticamente de la literatura científica por prestarse a confusión, estigmatización y manipulación ideológica por parte del movimiento lGTB y la corriente feminista queer .

  • Clasificación de los TDS

El gran avance de las técnicas de exploración médica y de la genética molecular han producido a lo largo de esta década un cambio radical en la denominación de los TDS, siendo la Lawson Wilkins Pediatric Endocrinology y la European Society for Pediatric Endocrinology, las que proponen el cambio de nomenclatura en 2006 (1) del hemafroditismo, pseudohemafroditismo e intersexualidad por el de Trastornos del Desarrollo Sexual (TDS).  Su propuesta ha sido aceptada ampliamente, siendo hoy la prevalente en la literatura científica y médica. Este cambio explica de forma mucho más apropiada esta problemática médica facilitando el desarrollo de protocolos de diagnóstico e  intervención.

En la Tabla 1 se recogen los cambios propuestos respecto a la nomenclatura antigua y en la Tabla 2 al aplicación de la nueva nomenclatura a las diversas situaciones clínicas (2) .

Tabla 1.

Tabla 2:

Por supuesto, la etiología de los TDS está relacionada con causas genéticas, embrionarias, y ambientales (tóxicas, alimentarias, etc..)

  • Planteamientos desde la ideología de género.

Para esta corriente ideológica, en su expresión más radical, el sexo biológico no presentaría relevancia. Lo importante es el género y este obedece a una construcción meramente social. De esta forma, ya no se habla de sexo masculino y femenino (binario), sino de otras amplísimas variedades dependientes de la opción en la que cada individuo libremente desee enmarcarse. Así hablamos de homosexualidad, lesbianismo, transexualidad, bisexuales,  pedofilia, zoofilia, asexuales, neutros, queer, etc..  Para esta corriente, el sexo/género binario es una construcción meramente cultural que obedece especialmente a imposiciones del heteropatriarcado, creencias religiosas, u otros intereses, culturales,  económicos y/o sociopolíticos.

Los TDS no obedecen a alteraciones médicas, sino a una expresión de género más, son variaciones naturales de la expresión de sexo y género. Por tanto, no se trata de enfermedades. De aquí que los movimientos LGTB haya incorporado la I a sus siglas: Movimiento LGTBI.

Creo que este planteamiento es ideológico, sin ningún apoyo científico. Sin embargo, según mi opinión, esta corriente ha producido algo positivo: Hoy se tiene más en cuenta a un colectivo que, hasta hace escasos años, se limitaba a pasar por el quirófano para corregir las anomalías genitales en función, casi exclusivamente del sexo cromosómico.

  • Planteamiento médico

Clásicamente, ante la presentación de un TDS, lo primero era buscar la causa  subyacente. Hoy día las causas relacionadas con un TDS se han ampliado de forma muy considerable, especialmente, debido a las posibilidades de la genética molecular.

Desde una perspectiva clásica, se decidía una intervención quirúrgica precoz en base al sexo cromosómico o fenotípico. Sin embargo, al margen de los resultados quirúrgicos, la evolución presenta otros problemas relacionados con la orientación sexual y la disforia de género no considerados inicialmente y que han sido fuente de gran sufrimiento en bastantes pacientes.

Hay que tener en cuenta que las anomalías genéticas, el sexo cromosómico y los problemas ligados a la fecundación y desarrollo embrionario, no necesariamente son coincidentes con la orientación e identidad sexual futura.  Por ejemplo, la insensibilización a los andrógenos, o síndrome de Morris, produce una feminización genital que da lugar a que estos individuos crezcan somática y socialmente como mujeres, incluso, en no pocos casos, descubriéndose su sexo cromosómico masculino (XY) en exámenes rutinarios.

De aquí, que actualmente, antes de tomar decisiones quirúrgicas, cada caso sea valorado por un equipo interdisciplinar, incluyendo psiquiatras del desarrollo y bioéticos, que maximicen las  acciones terapéutica. Intervenciones quirúrgicas que no siempre son estéticas, como muchos detractores, torticera e irresponsablemente, afirman.

  • Aspectos críticos de ambos planteamientos

El planteamiento médico, hasta hace escasamente pocos años, incluso hoy, se ha limitado a buscar la etiopatogenia y la intervención quirúrgica u hormonal. Sin embargo, en los TDS, como escribe  Kim Suk Kim y col (2011)(2), “Es importante diagnosticar correctamente y lo antes posible la causa para aconsejar a los padres apropiadamente. La evaluación y el manejo de los TDS es complejo y debe realizarse por un equipo multidisciplinar que incluya urólogo pediátrico, psiquiatra del desarrollo, y endocrinología pediátrica”.

Por tanto, la crítica que se le puede hacer al planteamiento médico es el hecho real de que los TDS aún no se abordan de forma apropiada, tal como exigen la guías clínicas.  Como afirma  del Valle (4), ante los numerosos fracasos que ha presentado la cirugía supeditada al sexo binario, durante los últimos años se ha producido un auténtico cambio de paradigma.

A la ideología de género, se le pide que no ideologicen un tema que es multidisciplinar. Puede que, con el desarrollo, se presenten algunos dilemas relacionados con la expresión de la sexualidad, sea orientación o identidad, pero no pueden ignorar que los TDS son el resultado de una patología médica que necesita seguir investigado la medicina y la biología, en colaboración con otros profesionales, para implementar en el futuro los mejores tratamientos posibles.

Ciertamente, tanto desde la perspectiva de los derechos humanos, como desde los principios bioéticos de autonomía del paciente y el derecho a la integridad corporal, debemos ser inmensamente respetuosos, pero los movimientos LGTB, poco pueden aportar al variadísimo problema de la “intersexualidad”. Una muestra de ello, es la “Ley para garantizar los derechos de las personas que se reconocen como LGTBI y para erradicar la LGTBIfobia en Andalucía” que en su amplísimo articulado, solo dedica a la “intersexualidad” un raquítico Art. 13 pensado más en cómo  penalizar que en cómo ayudar a los recién nacidos con esta grave problemática.

  • Los TDS y el género neutro

No me gusta la denominación de género neutro porque realmente no traduce la realidad a la que nos enfrentamos en los TDS. Partimos del hecho biológico de que los TDS se presentan en el nacimiento, en donde, efectivamente, nada se conoce sobre el género. Solo se puede afirmar que la situación, en múltiples casos, es difícil o imposible clasificarla según el  género binario.  Es cierto que no se debe tomar una decisión precipitada ante un problema sobre el que se han detectado al menos 40 causas diferentes.

Por ello, estoy más de acuerdo con la decisión  que tomó Alemania en 2013 de no inscribir  en los registros el sexo/género en los casos de TDS hasta no saber con claridad la orientación que presentarán estos pacientes. Máxime, cuando es frecuente que no coincidan el sexo cromosómico “aproximado”, y alterado, con la orientación sexual posterior, sea por razones ligadas a la anomalía cromosómica, genética o bioquímica.

De otra parte, es una decisión en consonancia con el respeto a los derechos humanos de la infancia.

Según mi criterio, y como recomienda la Academia Americana de Psiquiatría del Niño y del Adolescente para otros dilemas relacionados con la orientación y con la identidad sexual, lo que procedería es un apoyo  o terapia afirmativa. Es decir, afirmar la expresión de género que espontáneamente vaya presentado la persona con un TDS, independientemente del sexo cromosómico, o alteraciones cromosómicas y/o genéticas y/o bioquímicas que presente el paciente. Sin embargo, aquí hay que introducir el matiz de que la educación debería ir flexiblemente orientada hacia el sexo fenotípico.  El niño necesita un marco orientativo desde el nacimiento sobre el que se irá construyendo su personalidad global y no sólo su orientación sexual. No podemos dejar a la espontaneidad lo que necesita de la orientación, el apoyo y el apego modulador de los adultos, aunque siempre con una actitud flexible.

Las intervenciones quirúrgicas, si no son necesarias (corrección de deformaciones vitales o funcionales,  prevención de cánceres, etc..) se deberían demorar lo máximo posible hasta llegar a un momento en donde el individuo pueda decidir.

Es por ello, que cambiaría la palabra género neutro por la de “no definido”.

De todas formas, es un tema complejo que debería estar limpio de contaminaciones ideológicas por respeto a los pacientes que padecen cualquier TDS y pensando siempre en el interés superior del niño.

Bibliografía

(1)Third Joint Meeting of the European Society for Pediatric Endocrinology (ESPE) and Lawson Wilkins Pediatric Endocrinology Society (LWPES), Jerusalem, October 29-November 3, 1989.

(2)Kun Suk Kim y col. Disorders of Sex Development. Korean J Urol, 2012; 53:1-8

(3)Miguel del Valle y cols. Reflexiones del Comité de Bioética de un hospital pediátrico sobre las implicancias del diagnóstico y tratamiento de los trastornos del desarrollo sexual. Arch. Argent Pediatr. 2015; 113(3): 260-264

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