Muchos padres se preguntarán si su hijo es hiperactivo, clínicamente hablando, o no. En este documento deseamos expresar con un lenguaje sencillo en qué consiste la HIPERACTIVIDAD. CUANDO PODEMOS AFIRMAR QUE UN NIÑO ES HIPERACTIVO.
PRONÓSTICO |
Aparentemente es muy fácil: un niño o niña es hiperactivo/a si es más inquieto, se mueve más que la mayoría de los niños/as de su edad. Esta apreciación generalizada sobre lo que es la hiperactividad infantil, es francamente errónea. La actividad de un niño depende de una gran variedad de circunstancias, tanto individuales como ambientales, y esto condiciona el diagnóstico de hiperactividad. Imaginemos un niño con un temperamento hiperreactivo y que además vive en un espacio de 90 m2 (algo habitual en nuestro medio), además no hay parques, no se relaciona con su amigos fuera del colegio y…los padres están, además, sobrepasados por su inquietud. Por tanto, antes de poder emitir el diagnóstico de hiperactividad debemos contemplar las condiciones de hábitat del niño y su temperamento. De otra parte, hay que formularse preguntas cómo: ¿Desde cuando ha aumentado su inquietud? ¿Padece o ha padecido alguna enfermedad recientemente? ¿La situación intrafamiliar es buena? ¿Su adaptación en el ámbito escolar es aceptable? etc… Por tanto, podríamos definir la hiperactividad infantil como "un trastorno caracterizado por una actividad motórica excesiva, problemas en atención sostenida y con impulsividad" en un niño o niña que no se justifica por ninguna razón médica ni ambiental. Existen dos clasificaciones internacionales que se ocupan de recoger por categorías los distintos problemas psicológicos: La Clasificación de la Organización Mundial de la Salud (CIE-10) y la de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV). Ambas recogen como síntomas necesarios, la hiperactividad, los problemas atencionales (que los consideran prioritarios) y la impulsividad. Igualmente, la presencia de problemas de conducta en algunos niños hiperactivos ha dado lugar a que la Clasificación de la OMS incluya un subtipo de tipo disocial. Otro criterio importante es la duración del trastorno (al menos seis meses) y su presentación antes de los siete años de edad. Igualmente, pone el énfasis, para poder hablar de trastorno, en el nivel de interferencia en la vida escolar, social y familiar derivada del la hiperactividad como síndrome. Dependiendo de que predomine la hiperactividad, la impulsividad o los problemas atencionales, la DSM-IV describe varios tipos. Lo primero que se debe realizar antes de emitir el diagnóstico de hiperactividad, es una observación directa del niño. Conjuntamente, se debe recoger información lo más objetiva posible de los padres y de los profesores o cuidadores. Hoy se tiende a utilizar cuestionarios más o menos validados, y muchas veces engañosos. Por ello, es más importante la interpretación de las puntuaciones por parte del clínico que la puntuación en un cuestionario. Las puntuaciones suelen estar ampliamente influenciadas por los que puntúan: Hay profesores más tolerantes que otros, igual que hay padres más o menos tolerantes, e, incluso, entre los propios padres el desacuerdo es lo habitual. Por ello, el diagnóstico debe realizarlo siempre un clínico experimentado. Hay que precisar lo más posible la clínica: ¿Predomina la hiperactividad? ¿El problema atencional? ¿La impulsividad? ¿Los problemas de conducta?.¿Realmente son problemas de conducta o conductas disruptivas consecuentes a la impulsividad?. Una vez que nos inclinemos por un diagnóstico positivo de hiperactividad hay que precisar la posibilidad de que esté asociada a otros problemas neurológicos, neuromadurativos, neurocognitivos (lecto-escritura, procesamiento visoespacial, procesamiento visomotor…), problemas psicológicos (ansiedad, depresión..). Estos aspectos son muy importantes ya que condicionarán la estrategia e implementación del tratamiento. La hiperactividad como síntoma puede aparecer en una gran variedad de problemas médicos y/o psicológicos:
La hiperactividad "pura" es difícil verla en la clínica, ya que se suele resolver sin grandes dificultades y la consulta al especialista es rara. Normalmente lo que nos encontramos es que venga asociada a una serie de circunstancias que son las que realmente condicionan la gravedad de la misma. Observamos que:
Va a depender de los problemas asociados, tanto individuales como socio-escolares, que confluyan con el diagnóstico de hiperactividad. De hecho cuantas más respuestas contestemos positivamente a las preguntas que siguen, peor será el pronóstico:
Existe en la actualidad una tendencia exagerada a la prescripción de psicofármacos, concretamente el metilfenidato, las anfetaminas y los antidepresivos triciclitos y que consideramos peligrosa. Esta actitud se debe a un concepto estrictamente medicalizado y a la comodidad que supone la prescripción de medicamentos. De otro lado, también se observan tendencias, no exentas de ideología doctrinal, a considerar a la hiperactividad como el resultado exclusivo de factores ambientales y de aprendizaje. Esta actitud conlleva al rechazo de la medicación y centrarse en intervenciones de tipo conductual. En nuestra opinión la hiperactividad o, como también se le conoce, el Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad en un cuadro complejo en donde confluyen elementos etiopatogénicos variados. Estos pueden ir desde aspectos genéticos y neuroquímicos a factores ambientales determinantes.. Por tanto, el tratamiento debe ser multicomponente. Esto quiere decir que, una vez valorado cada paciente, debe diseñarse un Plan de Tratamiento personalizado y en donde se implemente las intervenciones necesarias. En este sentido existe una batería de técnicas terapéuticas que deberían aplicarse según necesidades específicas de cada niño:
La intervención psicológica, contrariamente a la medicación, debe indicarse en todos los casos, aunque la aplicación de las técnicas concretas deben decidirse en función de cada situación clínica concreta. 3. Tratamiento psicopedagógico y/o neuropsicológico. Venimos insistiendo que, normalmente, el niño hiperactivo presenta déficits neurocognitivos específicos independientemente de los problemas atencionales intrínsecos a la hiperactividad. Por ello, una vez evaluado el niño, debe desarrollarse un Plan de Tratamiento que intente rehabilitar o minimizar sus consecuencias, sobre todo, académicas. Previamente a la intervención debe realizarse una evaluación neuropsicológica exhaustiva en todo niño hiperactivo. Ante un niño hiperactivo que consulta por primera vez deberíamos seguir una serie de pasos en la evaluación que resumimos a continuación:
3. Exámenes complementarios opcionales: Dependerán de los resultados obtenidos con los anteriores.
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