Orientación sexual y psicopatología

Un caso práctico: La orientación sexual en la adolescencia, ¿puede derivar en un problema psiquiátrico?

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La orientación sexual puede ser fuente de acoso escolar, depresión, autolesiones e ideación suicida en la pubertad y primera etapa de la adolescencia

Es conocido por la psicología evolutiva que la identidad sexual en la pubertad y primera etapa de la adolescencia es,  ante todo, falta de claridad, indecisión e incertidumbre, especialmente entre las adolescentes. Se nace a un mundo nuevo que, a pesar de de las nuevas frivolidades educativas y su impregnación ideológica, no deja de ser una situación psicoafectiva en donde se confunde con frecuencia atracción sexual y amistad.

Esta incertidumbre es fuente de conflictos psicológicos que no siempre se resuelven con el pragmatismo que los adultos tenemos in mente y que por ello es fuente de ambivalencia y dolor. En este sentido, cómo interpretar la situación de una adolescente, llamémosle H,  solitaria, con escasas habilidades sociales, con antecedentes de comentarios negativos sobre su corporalidad durante primaria, que han minado su autoestima, que siente asco y rechazo por su cuerpo y han sido fuente de grandes sufrimientos, que se siente rechazada  y que ahora, ya adolescente, encuentra a alguien que le hace caso, que parece ocuparse de ella como persona. Establece una relación de amistad con una compañera, llamémosle J,  que la escucha y parece valorarla por sí misma. ¡Por fin, ve algo de luz en ese infierno de soledad y sentimiento de rechazo y de asco por sí misma!.

Sus antecedentes socio-emocionales dan lugar a una relación imprescindible, como el salvavidas del náufrago,  de la que dependen sus sentimientos y valoración como persona, como ser humano. Sin embargo, su amiga J, a la que tanto necesita, no está sola. Mantiene una relación con otra adolescente con una orientación sexual lésbica que se siente sumamente celosa cuando se relaciona con otras adolescentes. En nuestro caso, siente celos de la nueva amistad de su amiga, de H, le impide a J que se relacione con H. Ante esta situación, H y J deciden verse solamente cuando la compañera celosa no está presente.

H sufre porque se considera a sí misma como una segundona, alguien que carece de valor para J y sufre por ello. El espacio y el tiempo en los que pueden relacionarse se reduce cada vez más porque la chica lesbiana mantiene un cerco sobre ellas cada vez más estrecho. La amistad no termina de consolidarse y H empieza a revivir los rechazos de los que ha sido víctima. Sólo encuentra una salida: ¿y si ella también adopta la orientación sexual lésbica?. Al menos podrá competir y piensa que así ampliará las posibilidades de conseguir definitivamente la amistad de J. Esta situación de ambivalencia  le produce asco de sí misma… no sabe qué hacer.  

Sus emociones se deterioran, se siente triste y ansiosa, se da asco, aparece un comportamiento entre bulímico e hiperfágico, insomnio que le impide descansar por la noche, cree que no hay salida porque ella “se siente más heterosexual que lesbiana”.  Esa lucha interior, la ausencia de salida satisfactoria que ve a su dilema sexual, dan lugar a las frecuentes autolesiones en adolescentes. Su vida familiar se ha deteriorado, sus estudios se ven perjudicados y pide ayuda.

Y yo, a los que tanto saben sobre sexualidad, les lanzo varias preguntas, ¿cómo ayudar a esta adolescente?, ¿cómo sacarla de esa trampa en la que se ha metido?, ¿cómo liberarla de su inmadurez socioemocional?. Y lo más importante, por los riesgos profesionales, ¿cómo ayudarle a que decida libremente sobre su orientación sexual?.

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5 Comentarios

  1. Hombre: parece que la chica tenía un problema ANTES de forzar una orientación que no era la propia. En este caso la homosexualidad no deriva en un problema: la chica tenía un problema y busca como salida relacionarse con otra chica que resulta ser una solución muy temporal, como era de esperar.

    Igual habría quereforzar a la paciente antes de plantear el abordaje de la orientación, que igual con mejores recursos emocionales, cognitivos y sociales, se resuelve sólo.

    Así, como sexóloga, ya que preguntas específicamente.

    • QUINO

      Aquí no pretendo forzar la orientación sexual, que ya se resolverá como tenga que hacerse. Tampoco el objetivo de la presentación del caso era ese, sino plantear el cómo a una determinada edad la orientación sexual no se encuentra bien definida pudiendo añadirse a otros problemas previos a los que viene a complicar. Insisto que, no tanto por el tema de la orientación, como por sus antecedentes psicobiográficos.
      Como dice un amigo homosexual, la balanza se inclinará hacia donde tenga que inclinarse aunque, entre tanto, es una fuente añadida de sufrimiento.

  2. Miguel Valverde Nieto

    Yo creo que la solución está más o menos clara. La respuesta en este caso no está en la sexología, sino en la psicología.
    La adolescente H manifiesta que “se siente más heterosexual que lesbiana”. Con este dato y todos los demás que se aportan, me atrevería a decir que más que una orientación sexual, hablamos de estrategias para no perder su amistad.
    Vemos un problema de autoconcepto, de autolesiones, trastornos de la conducta alimentaria, una amistad de la que depende tóxicamente (ya que le va en ello su estabilidad emocional), una relación de la otra chica igualmente tóxica por los celos de su pareja y un deterioro de su vida familiar y académica. Honestamente, creo que lo menos importante aquí es su orientación sexual, dado que sus dudas y confusiones van mucho más allá.
    Opino que atribuir esto como una causa o “fuente añadida de sufrimiento” es un síntoma más de la patologización que hacemos sistemáticamente del colectivo en nuestra sociedad. Lo que realmente causa sufrimiento, autolesiones, suicidios, carencias y un largo etcétera, es la LGTBfobia. Concretamente, la verdadera lacra o el principal problema que sufren estas adolescentes (y del que nos deberíamos ocupar en lugar de crear problemas inexistentes) es el bullying.
    Gracias por abrir este espacio tan necesario de debate,
    Un saludo.

    • QUINO

      Miguel, estoy absolutamente de acuerdo en que la inmadurez emocional e inseguridad en las relaciones sociales, debido a su bajo autoconcepto, están en el origen de la amistad de H con J. Efectivamente, la relación es tóxica en la medida que se sostiene en una situación personal previa de necesidad, por lo que H se hace dependiente de J. Por tanto, esta dependencia es la que da lugar a prestarse a unas relaciones sexuales con las que no está totalmente convencida.
      No estoy de acuerdo en tu afirmación “la respuesta en este caso no está en la sexología, sino en la psicología”. No estoy de acuerdo porque la sexología es parte de la psicología, aunque también intervengan en ella otros aspectos. Son muchísimos los problemas en psicopatología en los que se ve afectada la sexualidad y no necesariamente la identidad y orientación. La sexualidad forma parte de nuestra vida emocional y social. Por ello, siempre que afrontamos un problema psicológico, entre otros aspectos, se indaga sobre la sexualidad.
      Si observas con detenimiento, el subtítulo del post, afirma lo del acoso escolar. Pero, después de 30 años de actividad profesional con niños y adolescentes, he podido observar cómo han evolucionado la aceptación /rechazo hacia aquellas personas que presentan orientaciones sexuales no heterosexuales. Creo que hoy día, a pesar de que sigue existiendo en muchísimas personas rechazo hacia lo que no sea heterosexualidad, en donde no existe apenas es entre las adolescentes, aunque algo más entre los adolescentes.
      La psicopatología que presenta H, efectivamente, no es consecuencia de la relación lésbica en sí misma, sino del hecho de no tener claro el mantenerla, por un lado, y por otro, por su incapacidad para gestionar su libertad, su autonomía, debido a la relación de dependencia que mantiene con J. Esta ambivalencia es la fuente de un conflicto personal que le lleva a un deterioro emocional progresivo.
      Por supuesto, que no es aisladamente el conflicto entre su orientación y su relación sexual, el que explica toda la psicopatología porque, en definitiva, seguro que el perfil de personalidad anterior al establecimiento de la amistad con J, ya era un terreno vulnerable que ha facilitado la presentación de un cuadro tan abigarrado psicopatológicamente.
      Ojalá fueran problemas inexistentes. Cuando una persona pide ayuda, se está obligado a ayudarla. Para poder hacerlo, lo primero es escucharla y, después, resituar su problema en un escenario personal. Nadie tiene derecho a imponer nada a nadie. Por ello, en estas situaciones “personales” uno debe olvidarse de lo que piensa, de lo que cree, e intentar dar la respuesta más apropiada para esa persona en concreto, con su propio relato biográfico, con sus debilidades y con sus fortalezas. Para mí el ser humano no es un frontón en donde ver quien golpea mejor la pelota de las creencias individulaes, sino alguien a quien hay que respetar por el mero hecho de ser una persona.

      • Miguel Valverde Nieto

        Escuchar a la persona, respetar la autonomía, no imponer nada a nadie, ayudar a quien pide ayuda… Todo eso está muy bien. Yo lo que quiero decir es que esta no es una situación que ejemplifique lo que indicas como idea principal: La orientación sexual como fuente de problemas psiquiátricos, depresión, acoso escolar, etc.
        Lo que yo digo, y en ningún momento pretendo sacar panfleto de lo que yo pienso o de mis creencias, es que en esta adolescente sus dudas en torno a la orientación sexual son casi circunstanciales a la luz del resto de sus problemas. Claro que siempre hay que escuchar y tener en cuenta la libertad y autonomía de los demás, pero es que la propia H manifiesta que “se siente más heterosexual que lesbiana”.
        Yo veo un tremendo error considerar que estemos hablando de orientación sexual, porque no hay una verdadera atracción sexual-romántica-afectiva sino (como ya dije) una estrategia de control. Me parece que es “mezclar churras con merinas” y que puede llevar a confusiones.
        Más allá de ello, me alegra que aclares en tu respuesta muchas de estas cosas y, dicho esto, procedo a explicar también mi postura para que no haya malentendidos:
        Párrafo 2 de tu respuesta: Totalmente de acuerdo en la importancia de la sexología y su relación con el resto de aspectos de la psicopatología. Únicamente veo que EN ESTE CASO, la fuente fundamental de sufrimiento no radica en la orientación sexual.
        Párrafo 3: En el subtítulo afirmas efectivamente lo del acoso escolar, pero lo haces como algo derivado de la orientación sexual (“La orientación sexual puede ser fuente de acoso escolar […]”) y es ahí donde no coincido. Yo achaco el acoso a una LGTBfobia en la que parece que estamos de acuerdo, aunque afortunadamente esté en regresión.
        Párrafo 4 y 5: Absolutamente de acuerdo en la idea principal, yo sencillamente no veo una relación lésbica entre H y J por ningún lado.
        Nuevamente, gracias por el espacio.

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