La infancia, ante todo proteger la infancia de los abusos del mercado

Tratamiento del TDAH y el marketing oculto de la industria farmacéutica

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El marketing oculto de la industria farmacéutica condiciona la actitud prescriptora de los profesionales

Interesante artículo el de Manie Klein en BIOETHICS FORUM ESSAY sobre el marketing oculto de la industria farmacéutica  para favorecer el consumo de los psicoestimulantes y otros medicamentos en el tratamiento del TDAH. Como conocen, esta publicación es difundida por The Hastings Center, una institución dedicada a difundir los aspectos bioéticos de los temas más relevantes y controvertidos  dentro de las ciencias de la vida, en especial de la medicina.

DIAGNÓSTICO DEL TDAH

Como bien argumenta Alan Schwarz en su libro ADHD Nation, el TDAH es una realidad clínica y quienes  lo padecen pueden beneficiarse, en su gran mayoría, de los tratamientos farmacológicos actualmente recomendados por la totalidad de la Guías Clínico-terapéuticas de las más prestigiosas asociaciones de profesionales de la psiquiatría, la neurología y la pediatría.

Entonces, ¿dónde está el problema?. Sencillamente, que los criterios utilizados para el diagnóstico se han diluido tanto que han abierto la puerta a un gran número de falsos diagnósticos, con lo que esto conlleva de malpraxis terapéutica y de engaño a las familias y pacientes que tratan  de informarse a través de medios online o de lecturas en donde, lo que se describe, aunque puedan tener algo que ver con la clínica que presenta su hijo o él mismo, el tratamiento no responde como sería de esperar  según  las expectativas  generadas por sus nuevos  conocimientos .

Para el diagnóstico del TDAH no existen marcadores biológicos que nos puedan confirmar con certeza su existencia o inexistencia . Por ello, la inmensa mayoría de las veces se realiza a través de cuestionarios que, si bien presentan una buena validación interna la mayoría de ellos, su predictibilidad diagnóstica es bastante débil. No disponemos de datos fiables sobre su  capacidad discriminativa. Es decir, cuántos son los falsos diagnósticos (falsos positivos y falsos negativos)  y cual su probabilidad de diagnósticos correctos (positivos correctos). Es decir, pacientes que lo padecen y no son detectados (falsos negativos), o pacientes que no lo padecen y son diagnosticados (falsos positivos). Sabemos que la mayoría de los cuestionarios  están diseñados de tal forma que tienden a producir más falsos positivos que negativos. Es decir, se produciría una morbilidad mayor de la que realmente existe. Esta circunstancia da lugar a un margen de error diagnóstico nada desdeñable y que depende, tanto de los instrumentos utilizados, como de la competencia de cada profesional. A su vez, la “competencia” profesional está expuesta al marketing de la industria farmacéutica, siendo este último aspecto el que denuncia Manie Klein.

MARKETING FARMACÉUTICO

A pesar de que en  EEUU, desde 1971, está prohibido que los laboratorios realicen publicidad de psicofármacos entre el público no especializado, los laboratorios han incumplido sistemáticamente la normativa. El incumplimiento ha alcanzado unas cotas de autentica irresponsabilidad, disparando  algunas  voces de alarma entre los profesionales. De aquí, que en el mes de Junio de este año, se organizara la 2017 CONFERENCE: DOES INDUSTRY INFLUENCE MEDICAL DISCOURSE   con la finalidad de evaluar críticamente la envergadura de tal intromisión y en defensa de los pacientes. Las preocupaciones vienen de lejos y  siendo denunciadas sin que se terminen de implicar los gobiernos en un mayor control sobre los abusos que determinados laboratorios vienen cometiendo.

Se conoce perfectamente como algunos laboratorios financian actividades y a grupos influyentes que difundan sus productos, tras una apariencia de neutralidad. Así, CHADD, una organización que proporciona bastantes materiales para padres y profesores sobre el TDAH está financiada  por Shire, entre otros,  y como estos grupos dejan de recibir ayudas si no se someten a los requerimientos de los laboratorios. Un ejemplo lo tenemos en la American Pain Fundation  que ha dado lugar a  un uso epidémico de los opiáceos al proporcionar al público información errónea sobre seguridad y eficacia. Hasta tal punto,  que esta organización en la actualidad está siendo judicialmente investigada.

En el caso que nos ocupa, el TDAH,  Shire contribuye económicamente a la difusión online de cuestionarios de autoevaluación que, si bien contribuyen positivamente a realizar un screening de sospecha diagnóstica, la mayoría de los ítems están diseñados de tal manera que favorecen los falsos positivos. Shire, es una de las industrias farmacéuticas que con mayor rapidez ha penetrado en nuestro país y la que ha desarrollado un mayor número de actividades “formativas” para profesionales y asociaciones, conjuntamente con el laboratorio Janssen.

La mayoría de estas actividades están claramente sesgadas y van calando en la actitud prescriptora de los profesionales. Hasta tal punto es así, que hay quién niega determinados efectos secundarios que han sido puestos en evidencia en los ensayos clínicos controlados previos a la comercialización. Tanto se nubla la objetividad, que llegamos a creernos más lo que nos cuentan los propios laboratorios que los resultados de las investigaciones. Es más fácil dar “crédito a los que nos venden el producto” que leerse los resultados de las investigaciones, la mayoría de ellas con la dificultad añadidade  que están en inglés. Por supuesto que los “colegas” que nos venden el producto en seminarios y congresos reciben pingues cantidades monetarias y otro tipo de ayudas.

Manie Klein concluye que la presión de la industria farmacéutica  está contribuyendo a un incremento significativo de los errores diagnósticos. La autora se pregunta, si  la mayoría de los estudios epidemiológicos nos dicen que la prevalencia de niños con TDAH ronda el 5%, y no todos necesitan de tratamiento farmacoológico, ¿cómo es posible que el número de niños en tratamiento sea del 11%, o sea, más del doble?.

Si  todo es tan transparente, me pregunto yo, ¿porqué tanto hermetismo en la administración a la hora de hacer públicas las cifras de venta  anuales de psicoestimulantes?. Aquí huele a podrido y nadie quiere mostrar dónde está el cadáver, aunque se sospecha.

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