Ana Freud y su padre Sigmund Freud

Psicoanálisis para no psicoanalistas. Desarrollo afectivo del niño: 6). Ana Freud: Mecanismos de defensa

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El yo y los mecanismos de defensa

Ana Freud fue hija de Sigmund Freud y dedicó toda su vida profesional y científica al psicoanálisis infantil. En este post abordaremos las dos aportaciones más relevantes: los mecanismos de defensa del yo frente a la angustia del superyo y/o pulsional y las líneas del desarrollo.

Mecanismos de defensa del yo

La teorización de la angustia a la que debe hacer frente el niño le llevó a distinguir tres subtipos: la angustia antes las pulsiones del ello, la angustia ante los peligros reales y la angustia ante las exigencias del superyo. Para defenderse de la angustia el niño recurre a una serie de mecanismos de defensa, en principio normales. Los problemas psicoemocionales y/o neuróticos surgen cuando no son lo suficientemente resolutivos frente a la angustia.

Ana Freud intentó inicialmente presentar una visión ontogénica de los mecanismos de defensa, defendiendo que en cada estadio del desarrollo se presentarían unos mecanismos específicos. Finalmente, ante la evidencia clínica, abandonó esta idea. Sin embargo, existen algunas limitaciones psicomadurativas que condicionan la presentación de estos mecanismos de defensa.

  • La primera etapa se produce cuando el niños adquiere la capacidad de distinguir entre su propio yo y los elementos externos. Precisamente, esta diferenciación suele motivo de temores que el lactante suele resolver con mayor o menor éxito a través de la negación por fantasmatización (niega determinadas experiencias a través de la interpretación fantasiosa), la negación por los actos y las palabras, para lo que necesita de la ayuda del entorno. Finalmente, a través de la retracción del yo. Este mecanismo es fácilmente observable en muchos niños a través de la presencia de comportamientos de repliegue antes situaciones extrañas.
  • Con posterioridad a esta etapa inicial, van apareciendo otros mecanismos de defensa, como son:
    • La identificación con el agresor. Este mecanismo de defensa es fácilmente observable en situaciones de juego, en las que asume el rol del agresor, pasando de una posición pasiva a activa. Un ejemplo, es cuando el niño asume el rol del médico (miedo a las inyecciones…), de alguno de los padres (mensajes disciplinarios, regañinas…), etc.. reproduciendo los mensajes del “agresor”. Como se comprende fácilmente, este mecanismo de defensa juega un rol muy importante en la construcción del superyo a través de la interiorización de la norma.
    • La adquisición del no. Es un mecanismo de defensa íntimamente relacionado con el anterior y que servirá para reafirmar la independencia. Volveremos sobre él cuando expongamos los aportes de R. Spitz al psicoanálisis infantil.
  • Finalmente, Ana Freud nos describe la pubertad y la adolescencia. En la pubertad aparece el ascetismo como medio defensivo frente a la angustia que produce la reactivación transitoria del Edipo. Se caracteriza por el rechazo global a todo tipo de pulsiones con contenido sexualizado o que conlleven placer. Se interpreta como el resultado de los sentimientos de culpa que produce la reactivación transitoria del complejo de Edipo. Este ascetismo puede dar lugar a manifestaciones tales como la restricción alimentaria y, aunque en la actualidad el argumento se centra más en la corporalidad, la historia está repleta de casos de anorexia sustentada en un ascetismo fundamentado en lo religioso como expiación de la culpa.

En la adolescencia el mecanismo de defensa más recurrente frente a la angustia es la intelectualización. El adolescente no huye de sus pulsiones (ascetismo), sino que muestra interés por las misma, aunque las intelectualiza, las vive en abstracto. Por tanto, el adolescente no termina de aceptarlas, sino que las desplaza.

Tanto la intelectualización, como el ascetismo, en situaciones de normalidad evolutiva, suelen desaparece.

Como hemos avanzado, Ana Freud intentó desarrollar una visión ontogénica de los mecanismos de defensa ya que supone la necesidad de maduración de algunos aspectos psicosexuales para que puedan presentarse. Así, ella suponía que los primeros mecanismos defensivos que el niño presenta frente a la angustia son la regresión, la vuelta contra sí mismo y la transformación en su contrario. Cuando se ha conseguido una apropiada diferenciación entre el yo y el ello, aparece la represión. Finalmente, la sublimación es posible solo cuando el superyo ha conseguido una buena diferenciación.

El Próximo post abordaremos la Líneas del Desarrollo y expondremos brevemente lo que se ha llamado en psicopatología de desarrollo Disarmonías Evolutivas

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